A dos semanas de la violencia en Sinaloa, que ha dejado más de 70 muertos, Emma Coronel desfiló en la Semana de la Moda de Milán.
Mientras su esposo El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada están encarcelados en Estados Unidos, y los grupos delictivos que fundaron mantienen sitiado Culiacán y sus alrededores, la expresidiaria protagonizó la pasarela de la diseñadora April Black Diamond en el Palacio Serbelloni.
La creadora calificó a Emma Coronel como un “ejemplo de fortaleza, valentía y esperanza”, por lo que la consideró idónea para encabezar su colección inspirada en la “reivindicación y empoderamiento femenino”.
La fascinación por Emma Coronel eleva a la sinaloense a una figura de celebridad, lo que le permite entrar a estos espacios de exclusividad y hace que fácilmente se olvide que llegó ahí por su relación con uno de los líderes criminales más famosos del mundo.
La exuberante vida de los narcotraficantes despierta interés y es aspiracionista para algunos, más en entornos de carencia, donde las primeras oportunidades de movilidad social las facilita la delincuencia, enaltecida en producciones musicales y televisivas.
La necesidad de pertenencia es bien aprovechada para el reclutamiento, que resulta un factor aún más efectivo cuando se crece en la marginalidad, y se encuentra en este mundo de opulencia la seguridad física y económica que buscaba, aunque le cueste la propia vida.
Esa lealtad queda demostrada ahora en la guerra extendida por todo el territorio sinaloense, por la que ya hay canciones que relatan enfrentamientos y bloqueos como hazañas heroicas, y seguramente ya se escriben guiones para series o películas.
Así, mientras las cámaras enfocan a Emma, un año después de salir de la cárcel en Estados Unidos por narcotráfico, envuelta en un vestido de novia, halagos y aplausos; en Sinaloa no se dejan de escuchar los balazos, los helicópteros y el llanto de quienes buscan a sus desaparecidos. Al final, la gente paga el costo de ese estilo de vida que deslumbra y mata.