¡Wagnermaníacos! Como cada semana es un enorme placer, un gusto saludarlos, siempre con la intención de expresarles mis pensamientos y conocer los de ustedes.
Generando una sinergia que sea positiva para ambas partes y que nos deje pensando en las situaciones que nos rodean.
Hace unos días se cumplió el cuarto aniversario luctuoso de mi querido, mi adorado hermano Silver King. ¿Qué les puedo decir que no sepan los que han perdido un gran amor?
El dolor sigue intacto y lo único que me tranquiliza, un poco, levemente, es saber que se fue haciendo lo que más amaba.
Todavía en algunas ocasiones siento que estoy en un mal sueño, en una pesadilla, y que al despertar ahí estará mi amado hermano para abrazarme.
Silver King falleció a los 51 años de edad después de sufrir un infarto al miocardio en una función de lucha libre en Londres. Nada pudimos hacer, no estábamos ahí.
Sin embargo, nuestra familia luchística pudo acompañarlo y traerlo de regreso a su tierra, a su México, lindo y querido.
A la luz del tiempo que ha pasado, mil gracias, al Hijo del Santo, al Hijo del Fantasma que se encargaron de todos los trámites, mientras nosotros esperábamos ansiosos la llegada del cuerpo.
En fin, Wagnermaníacos, les agradezco que me permitan desahogarme con ustedes, que también lloraron su partida y que siempre han estado, codo a codo con el Legado Wagner, en las buenas y en las malas.
Sin más por el momento, se los dejo de tarea. Amen a sus seres queridos, a sus conocidos, porque nunca sabemos cuándo cambiará nuestro destino.
Y recuerden, que en mi casa y con mi gente, se me respeta. Bien, Bien, Bien.