Controlar la narrativa

Ciudad de México /

En días recientes se produjo una pequeña polémica en internet y redes sociales, debida a que se viralizó en TikTok el contenido de la “Carta a los Estados Unidos”, escrita por Osama bin Laden en 2002, disponible desde ese entonces en la web, pues principalmente usuarios jóvenes estadunidenses empezaron en videos a replicar partes de su contenido. El principal énfasis se puso en las quejas sobre las agresiones de la política exterior de Estados Unidos y la ocupación de Palestina por parte de Israel, que obviamente han cobrado mayor vigencia ante el actual conflicto en Medio Oriente. El periódico The Guardian decidió bajar la carta de la página donde la alojaba, afirmando que: “La transcripción publicada en nuestra página web ha sido ampliamente difundida en redes sociales sin el contexto adecuado. Decidimos por lo tanto eliminarla y dirigir a los lectores al artículo que originalmente le daba contexto”. Igualmente, TikTok bloqueó el hashtag “lettertoamerica” de sus funciones de búsqueda, en un intento por desincentivar la iniciativa de sus usuarios de compartir y ver videos con comentarios al respecto.

Más allá de posiciones políticas sobre el conflicto entre Occidente y el mundo árabe, este episodio resulta muy emblemático de algunos de los temas más urgentes dentro de las actuales guerras culturales y de control de la (des)información. Y es notable también que al menos en Occidente todo esto se enmarca bajo una narrativa de libertad, misma que en última instancia termina pareciéndose bastante más a una libertad para decir y pensar aquello que no se salga de la narrativa dominante, pues incluso una expresión por parte de múltiples usuarios no necesariamente muy politizados (es decir, que no es un grupo radical que realiza propaganda) es de inmediato frenada por medios y plataformas, lo cual obviamente no hace sino darle más realce al tema y a su contenido, como suele suceder con cualquier intento de prohibición o de censura.

Lo que es aquí notable es que se trata de expresiones al parecer no coordinadas entre sí, lo cual apuntaría a un sentir común entre esos jóvenes, probablemente derivado de las actuales atrocidades contra la población de Gaza y el respaldo estadunidense ante las mismas. Pero la información difundida que se pretende bloquear está ampliamente disponible en la web desde hace más de 20 años, es decir, que no es que se esté revelando algo secreto o clasificado, sino que lo que se está poniendo de relieve, incluso por jóvenes estadunidenses, es precisamente el sentimiento de rabia que produce en el mundo árabe la sistemática agresión de Estados Unidos e Israel (lo cual desde luego no es tampoco justificación alguna para los actos de violencia indiscriminada en contra de sus poblaciones). Pero en términos de información, lo que queda claro es que se busca bloquear tan sólo un costado de la narrativa, pues difícilmente alguien podría decir que no existe discurso de odio perpetrado incluso por los más altos mandos de esas dos naciones (Trump, Netanyahu, Biden, etcétera), sin que exista por parte de medios o plataformas esfuerzos visibles por impedir que se difundan dichos puntos de vista, o de los miles de personas que los replican y les hacen eco.

Y todo como siempre en el nombre de la defensa de la libertad, que parece más bien en este caso libertad para procurar controlar las narrativas, para que en la medida de lo posible sólo se difunda la versión y visión de uno de los bandos de un conflicto.


  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
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