En una sociedad en constante evolución, la inteligencia artificial (IA) ya no es cosa del pasado sino del presente. Su incursión en los entornos familiares plantea interrogantes éticas profundas sobre cómo equilibrar su potencial con la permanencia de los valores humanos fundamentales a los que está llamada a vivir y a transmitir la familia como institución y base de la sociedad.
Existen ya algunas iniciativas para regular la IA; son embargo, el reto radica al momento de la implementación de aplicaciones o sistemas de IA en entornos específicos como es la familia, en donde los marcos éticos deben adaptarse para proteger la intimidad y la trascendencia de las relaciones humanas familiares que no pueden ser reemplazadas por máquinas, por sofisticadas que éstas sean.
Debemos despertar la reflexión sobre el uso de la IA en el hogar y en el seno de la familia para que sean verdaderas herramientas que potencien la unidad y la comunicación y no una amenaza que destruya la importancia vital de la acogida, el respeto, la confianza y el amor incondicional que brinda la familia.
Existen numerosas aplicaciones prácticas de la IA en tareas domésticas, de entretenimiento y organización familiar. Estas herramientas pueden fomentar la creatividad, optimizar tiempos y hasta estrechar vínculos familiares al detonar conversaciones significativas.
Algunos usos positivos de la IA en la familia son:
- Generar conexión y puntos de interés que favorezcan la colaboración y participación de todos.
- Detonar conversaciones y preguntas para el mejor conocimiento de los miembros de la familia.
- Ayudar en una mejor organización de tiempos, asignaciones y rutinas.
- Ser grandes catalizadores de creatividad.
- Facilitar la exploración y fortalecimientos de talentos naturales.
- Apoyar a generar conversaciones mejor estructuradas y más asertivas.
- Promover el crecimiento y enriquecimiento de cada miembro de la familia en todos los niveles (físico, mental, espiritual, cultural, social, artístico, etcétera).
- A pesar de estas bondades, un mal uso de la IA conduce a riesgos importantes, tales como:
- Desconexión por usos individuales, aislamiento, influencias peligrosas, determinismo y cancelación de la libertad.
- Pérdida del contacto personal y cercanía.
- Desinformación, ambigüedad, posverdades, fake news, etcétera.
- Mentiras u ocultamiento de actividades, deseos, preferencias, etcétera.
- Gastos innecesarios e imperceptibles.
- Pérdida de confianza y otras habilidades entre los miembros, incluso de rutinas que cohesionan.
No se trata entonces de prohibir el uso de la IA en la famulia sino de vigilarlo y encauzarlo a que, con su buen uso, la familia se fortalezca y crezca; por ello es imperante encontrar una vía para una incorporación armoniosa de ésta entre todos los miembros.
Uno de los aspectos más relevantes será vigilar y monitorear que el uso de la IA en la vida familiar no derive en una sustitución de las relaciones personales ni de la comunicación cara a cara. La familia debe siempre entenderse como: el primer lugar "bueno" que nos orienta al bien, el primer lugar de experiencia verdadera de amor y de libertad y, por ende, la primera comunidad en donde la enseñanza y aprendizaje se dan en un entorno seguro que genera confianza y a su vez lazos permanentes y sólidos.
Es ese lugar donde se puede sentir la aceptación y acogida incondicional y donde se vive la misión de transmitir valores como la solidaridad, honestidad, empatía y disciplina. No olvidemos que también la familia es nuestro primer y más cercano ejemplo de superación de dificultades, cercanía, sacrificio, desinterés, intimidad, respeto. Todo esto es la riqueza de la familia y del contacto y relación entre sus miembros que no puede ser ni imitado y, menos aún, sustituido por una IA.
En conclusión, la IA ofrece oportunidades únicas para enriquecer la vida familiar, pero también presenta retos éticos que deben afrontarse con valentía y sabiduría.
La familia, como institución fundamental, tiene la responsabilidad de integrar estas tecnologías sin perder de vista su esencia: ser el lugar donde se aprende a amar, a convivir y a buscar el bien común. Solo así podremos asegurar que la IA contribuya a un futuro donde la tecnología esté verdaderamente al servicio de la humanidad.