Por acá todo sigue igual

Ciudad de México /

Señora Lesli:

La presente va con el fin de saludarte, en compañía de mi hijo y de mi nieta Joan María, y desearles buena salud, y sepan que la nuestra no es muy buena, pero muy mala tampoco. Recibí tu carta, me alegra que nos recuerdes y que vivan felices, trabajando y paseando, pero sin descuidar el futuro; hagan un pequeño ahorro para lo que se ofrezca y para no verse apretados de dinero.

¿Sabes? Le mandé un telegrama a Joan el día de su cumpleaños: dile que la recuerdo con mucho cariño y amor, aunque no soy empalagosa, pero tal vez porque se encuentran muy lejos la ternura se agolpa y enternece los recuerdos. Me acuerdo de mis hijos cuando eran niños y los tenía embobados con un cuento, con una canción, para que olvidarán la cueriza que se ganaban por algún motivo.

Acerca de mi salud, qué puedo decir: hay días en que me siento bien y otros en que no puedo dar un paso. El tiempo transcurre y sigo con la cruz azucarada que Dios me dio, pues fíjate Lesli que he tenido enferma a Mere: le dio parálisis facial, se le fueron de lado el pico y un ojo, pero ya está mejor. A Gena la estoy llevando al Seguro Social, por sus quistes, que a querer o no preocupan, y la Mar también se enfermó y faltó a la escuela una semana, por eso no te había escrito: me la he pasado de un lado a otro con ellas y no quería amargarte el rato con la queja por tantas enfermas.

A mí, por la bola de años, ya nunca me falta motivo para quejarme, aunque platicando con alguien es menos pesada la carga.

Tu suegro como siempre: metiéndole duro al trabajo para darle de comer a sus mujeres: dice que está bien amolado, porque le quedaron puras viejas flojas y quejumbrosas: a una se le va el pico del lado; a la otra se le endulza la sangre y una más casi revienta por la presión tan alta.

Total, que por acá nada ha cambiado, todo sigue igual: gritos de mamá y papá; rezongos de la Mar, dolencias de Gena, quejas de Mere, ladridos del Chapulín, cacareos de las gallinas y el cuacuá de los patos en el patio.

En fin: sigue siendo la casa donde hay de todo un poco, parece zoológico. Dile a mi nieta Joan que Paco, el gallo abado, se pasa todo el día arriba del barandal y luego baja a coquetear con sus pollas, pero aunque las pisa jamás han puesto un huevo; los guajolotes, todos murieron de chorrillo y fueron a dar al carro de la basura: de ocho que eran, quedó uno y ahora le llegó su hora porque van a festejar el cumpleaños de Hermes y el pobre güilo será plato principal, con ensalada de verduras y unas chelas bien frías.

Lesli, mi mamá estuvo muy enferma: la tuvimos internada ocho días; le operaron una mama, pues tenía un tumorcito. Ahora está mejor y les manda muchos saludos a todos y que reciban de todos besos y abrazos; la señora Hernández, la patrona, se portó de maravilla con mi mamá y con todos nosotros y eso me hace sentirme muy agradecida con ella y su familia.

Reciban saludos de todo el vecindario. Cómo ves: te escribí todo un periódico con mis garabatos. Recibe un cariñoso abrazo de tu suegra, la gruñona de la Calle Ocho. Contéstame lo más pronto que puedas y recibe un abrazo para ti y muchos besos a tu viejo y a Joan. Pórtense mal, pero inviten a decir salud. 


  • Emiliano Pérez Cruz

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