Nuestro México profundo lo es tanto que está a flor de piel. Es el México de la marginación y el de la violencia: aquella que aparece en la página roja de los diarios y que sirve de entretenimiento, más que de alerta para sobrevivir a los tiempos que corren; y que sean normalizados como si nada en la vida cotidiana, preocupa, ya que —como observó Carlos Monsiváis:
“En la nota roja se escribe, involuntaria y voluntariosamente, una de las grandes novelas mexicanas, de la cual cada quien guarda los recuerdos fragmentarios que esencializan su idea del crimen, la corrupción y la mala suerte”.
Con la masificación de las ciudades se masificaron también los crímenes y las publicaciones que de ellos dan cuenta. Clásicas fueron en su momento las revistas de nota roja Alarma! y Alerta que, se decía en son de broma, “si las exprimes chorrean sangre”. Incluso desarrollaron un estilo, en el cabeceo de sus textos, de macabro humor negro: “Mató a su mamacita sin causa justificada”, “Golpeola, matola y luego violola”, “Por cortejarla perdió la cabeza”… Humor negro para afrontar una oscura realidad que, con mayor frecuencia, aqueja en barrios y colonias de la monstruopolis, donde se advierte que lo recomendable es “ver, oír y callar, si la quieres cotorrear, si no: al hoyo irás a dar”
Los relatos de dichas publicaciones nutrieron la infancia de muchos y servían como muestrario de actos inmorales de los cuales deberíamos alejarnos para no ser protagonistas ni testigos, y “para ser gente de bien”, crecer, incorporarnos al ámbito laboral, formar una familia, contribuir al desarrollo de la sociedad, aunque el desarrollo propio quedara reducido al ámbito salarial.
El diario del otrora D.F., La Prensa, ofrece en su contraportada la nota roja del día anterior y genera morbo, curiosidad, interés por tener la certeza que, al menos por hoy —acotaba Monsi— no aparecimos nosotros ni los nuestros, bendito sea el Señor.
Christian Sainos, escritora poblana, acude a la nota roja y a partir de ella genera relatos de actos que violentan la convivencia social: el pueblo bueno protagoniza situaciones, se muestra como actor de hechos siniestros, donde atenta contra su semejantes por causas diversas.
De estas causas propaladas en tinta y papel se vale Christian para desarrollar literariamente historias, relatos inquietantes porque ya sucedieron o pueden suceder en nuestro entorno más inmediato. Vivir es un reto y morir da miedo porque significa enfrentar el viaje hacia lo desconocido:EXP. 11 /0511 / SXNO
EN EL INTERIOR DE UNA CAMIONETA TIPO SUBURBAN ES HALLADO SUJETO FEMENINO CALCINADO. POR LA MAGNITUD DE LAS QUEMADURAS ES IMPOSIBLE DETERMINAR CAUSA DEL DECESO.
Vale mencionar que Christian se reconoce abogada, escritora, luchadora social, promotora cultural, actriz, madre, docente, contestataria, crítica y propositiva. Agente de Cambio.
Y escritora. Autora de Los muertos no hablan, Ed. Emergencia. Christian se vale de los recursos que brinda la literatura para transformar aquello que la realidad le brinda vía los expedientes judiciales, y nos muestra otra cara de la sociedad mexicana y quienes la conformamos: seres humanos, demasiado humanos.
Ai nomás.