“Mira, Fernando”, me dijo S —un hombre de 70 años con quien coincido en el gimnasio y que casi es idéntico al luchador Hulk Hogan—. S desdobló un recorte del diario LA Times. Era una nota sobre el éxito comercial de las esposas artificiales. “Algunas incluyen una programación que las hace hablar”, me explicó.
Los dos reímos y continuamos con nuestra rutina. Sabíamos que, pese a lo increíble o triste de la noticia, muchos hombres y mujeres habían elegido esa opción. La relación íntima con una creatura artificial es tan real como los sueños. Ambos ocurren en este ambiente que habitamos y que llamamos realidad.
La historia de Blade Runner se dio a conocer en 1968 con la novela de Philip K. Dick, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” En 1982, Ridley Scott dirigió una película que, con los años, se convertiría en una obra de culto. El filme era lento y presentaba un mundo distópico, altamente estilizado; con la música sugestiva y a veces sentimental de Vangelis, las actuaciones de Edward James Olmos y Harrison Ford; y exponía preguntas filosóficas sobre la experiencia humana. ¿Qué nos define y nos separa del resto de las creaturas, incluyendo las máquinas? ¿No somos —también— una programación que se repite y que —como ante un psicólogo, un amigo o una copa de vino— deseamos modificar?
“Blade Runner 2049” (2017) es la secuela de ese clásico de 1982. Denis Villenueve, el director, no sólo se hizo cargo del legado estético visual y auditivo de su predecesor, sino que lo encaminó por nuevas rutas. Respeta el ritmo, el asombro visual y sonoro, la parsimonia de los diálogos; no obstante, ofrece al espectador un mundo evolucionado, que es el anterior, pero con “su propia manera de hacer las cosas”.
Este viaje en el cual nos vamos adentrando es, paradójicamente, una llegada a esos espacios del alma donde nos volvemos a enunciar las mismas preguntas de siempre. ¿Qué es real y qué no? ¿Estamos separados de esos mundos que identificamos como artificiales o fantásticos? ¿No ocurren, como ocurre todo lo demás, en este único mundo que conocemos y que es, en última estancia, más vasto y emocionante de lo que suponemos? Que cada uno, ante sus propias creaciones, se responda mientras ve “Blade Runner 2049”.
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