El caníbal de Clarice

  • 30-30
  • Fernando Fabio Sánchez

Laguna /

Es octubre, mes de espantos. En esta ocasión he elegido, como tema de las siguientes entregas, a uno de los monstruos más famosos de la imaginación cinematográfica: el doctor Hannibal Lecter, interpretado por Anthony Hopkins, en el filme El silencio de los corderos (1991) de Jonathan Demme.

¿Quién es Hannibal Lecter?

Preguntémosle a Clarice Starling (Jodie Foster), una estudiante en la academia del FBI en Quántico, Virginia, quien, mientras corre sola en el húmedo bosque otoñal como parte de su entrenamiento, recibe la orden de ir directamente con el jefe de la Unidad de Análisis de Conducta.

La joven sale del bosque (como una Caperucita Roja moderna) y entra en el mundo de los lobos.

Y es que la Unidad de Análisis de Conducta se ocupa exclusivamente del análisis, localización y captura de los asesinos seriales en los Estados Unidos.

En la unidad, Clarice ve en las paredes fotografías, diagramas, posibles rutas de investigación: una muestra de los casos en marcha.

Su viaje al inframundo de la mente humana ha empezado ya.

Llega el jefe Crawford y la saca de sus pensamientos. Luego de contarle sobre los propósitos de la unidad, le pregunta: “¿Te asustas con facilidad, Starling? 

A lo que ella responde: “Aún no, señor”.

Entonces él le dice que está allí para una misión especial.

Debe ir a Baltimore, a un manicomio de máxima seguridad, para entrevistar a uno de los criminales más peligrosos en la institución, el psiquiatra Hannibal Lecter.

“Hannibal, el caníbal”, dice Starling casi como un susurro, quizá como un presentimiento.

“Es posible que no quiera hablar”, añade Crawford, “pero dame un reporte detallado sobre su apariencia, cómo luce su celda, si se la pasa dibujando y, si es así, qué dibuja”.

Y le advierte: “Debes tener mucho cuidado…No le cuentes nada personal. Debes creerme. 

No quieres que Hannibal Lecter entre en tu cabeza. Solo haz tu trabajo y nunca olvides lo que es”.

“¿Y qué es exactamente?”, pregunta Clarice al fin de la conversación.

Pronto lo sabrá, pero no de la manera que todos piensan.

Y así Clarice parte en su Ford Pinto gris hacia la ciudad de Edgar Allan Poe, a unos noventa minutos de la academia, vestida de verde, con botas de trabajador y una colección de fantasmas a cuestas.

Y es que ni siquiera ella sabe que ha sido elegida para conocer al minotauro por su atracción a la oscuridad, que la impulsan dolorosos vacíos y que persigue una abundancia de increíbles gestas.

En este proceso de descubrimiento de la nueva detective, la profesión de Hannibal jugará un papel muy importante.

No olvidemos que Hannibal es psiquiatra y que, él más que nadie, conoce el sabor de la carne humana y la profundidad del alma que la anima.


fernandofsanchez@gmail.com

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