Desde que este prestigiado y generoso medio de comunicación me permite compartir mis garabatos, con una que otra idea o reflexión, se ha vuelto costumbre que haga referencia a algunas de las lecturas con las que cierro el año viejo y comienzo el nuevo.
Destaco tres libros que leí a finales de 2020: uno recomendado por el escritor Martín Solares con el título Claus y Lucas (Trilogía de los gemelos) de Agota Kristof, obra de verdad impresionante en su contenido y con un estilo directo con frases cortas, que pareciera nos golpearan al ir leyendo la historia de estos gemelos singulares.
Hacía tiempo que un libro no me sacudía tanto emocionalmente.
De verdad recomendable. Para tranquilizarme un poco seguí con la lectura de El libro de los amores ridículos de Milan Kundera, escritor checo que he seguido desde que leí su novela La broma hace buen número de años.
Pude confirmar la calidad de narrador de Kundera y me relajé disfrutando del buen humor contenido en sus relatos.
El último día del año terminé de leer por segunda vez Antes del fin, libro de Ernesto Sábato escrito cuando el autor tenía 86 años y se pensaba próximo a la muerte.
Aunque es una obra dedicada a los jóvenes, como una especie de testamento pensado para ellos, también los no tan jóvenes, que ya vivimos bastantes años y hemos tenido experiencias diversas, recuperamos de sus páginas planteamientos para seguir reflexionando sobre el tipo de sociedad que hemos construido o acerca del mundo que habremos de heredar a nuestros hijos y nietos.
No está de más hacerlo, pero también debemos tomar la decisión de actuar, de contribuir a que las cosas cambien aunque no estemos jóvenes. ¡Cómo no creer en el valor de la literatura!
Cuando hay un pensamiento fuerte vinculado a la palabra bien escrita, que además expresa compromiso con los seres humanos que más sufren o que manifiesta indignación ante las injusticias, tendríamos que ser totalmente insensibles para no conmovernos y decidirnos a actuar.
Por lo anterior, debo expresar mi convicción respecto a la necesidad de contribuir a que las cosas cambien para bien. No es un asunto fácil. Nos exige cambiar de actitud en muchos sentidos.
Las enseñanzas derivadas de esta pandemia nos deben llevar a valorar la importancia de la actitud frente a lo que viene.
¿Qué quiero decir? Que vamos a requerir fortaleza y saber sobreponernos a lo vivido, para algunos más doloroso que para otros.
Que vamos a requerir voluntad y disposición para cumplir con las tareas que tenemos por delante y superar los retos que habrán de enfrentarse.