Que ya termine 2020

  • Paideia
  • Gabriel Castillo Domínguez

Laguna /

A cuatro días de que termine este año 2020, hay pensamientos y sentimientos encontrados. 

Pasamos la Noche Buena y Navidad divididos como familia: una hija, su esposo y dos nietos estuvieron con nosotros; otra hija, su esposo y tres nietas estuvieron a 900 kilómetros de distancia. 

Gracias a la tecnología pudimos verlos y escucharlos, pero no los tuvimos cerca como hubiéramos querido. 

No obstante, valoramos el hecho de estar bien, tener salud y contar con la posibilidad, ahora sí ya cercana, de reunirnos el nuevo año.

Hace unos días un conocido periodista, al despedir a dos cantantes de diverso género que había entrevistado en su programa, dijo que ojalá el último día de este año nadie interprete o baile esa canción popular de Tony Camargo que se titula El año viejo. 

Aunque no siempre estoy de acuerdo con ese periodista, en este sencillo asunto lo estoy pues usted debe recordar ese famoso estribillo, con ritmo pegajoso, que a la letra dice: “yo no olvido al año viejo/ que me ha dejado cosas muy buenas/Ay, yo no olvido al año viejo/ porque me ha dejado cosas muy buenas… Desde luego que no ha sido así. 

2020 será recordado como un año terrible, abundante en muertes y sufrimiento, en afectaciones económicas y pérdidas materiales.

En cuanto a fallecimientos, por causas diferentes al Covid-19 o provocados por este virus, tuvimos la pérdida de artistas como Kirk Douglas, el legendario Espartaco de la película de Stanley Kubrick; de Sean Connery, el emblemático James Bond; 

de nuestro querido Oscar Chávez, que tanto nos hizo disfrutar la música folclórica; del caricaturista Quino, creador de la famosa e inquieta Mafalda. Del medio deportivo se cuentan a Kobe Bryant y Diego Armando Maradona, íconos del basquetbol y del futbol. Y en el ámbito de la literatura a Carlos Ruiz Zafón y a Juan Marsé.

Sin embargo, lo más doloroso fueron las pérdidas de vidas de aquellos que conocimos de cerca, con quienes convivimos en mayor o menor medida: 

familiares, amigos cercanos, destacados miembros de estimadas familias, compañeros del sector educativo, directoras y directores apreciados, maestros que se extrañarán. 

Hay quienes dicen que el sufrimiento nos lleva más allá de nosotros mismos y nos hace más aptos para vivir valores humanos de rango superior. 

No lo sé a ciencia cierta, pero sí sé de quienes perdieron más de un ser querido, casi al mismo tiempo, que tuvieron que afrontar con entereza el sufrimiento para sacar adelante al resto de la familia. 

Por todo lo expresado, ya queremos que termine este año 2020.

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