Uno de los efectos de la Revolución Mexicana de 1910 fue la formación del nacionalismo revolucionario, que se plasmó en varios artículos de la Constitución de 1917. Uno de ellos fue el art. 27, en el cual se estableció que la propiedad de los recursos naturales, como el petróleo, era exclusiva de la nación. A pesar de este mandato legal, durante las primeras tres décadas del siglo XX, las compañías extranjeras que explotaron los hidrocarburos gozaron de enormes facilidades para ganar fortunas a costa de nuestra riqueza.
Esta situación se mantuvo hasta el arribo de Lázaro Cárdenas a la presidencia de la República, que buscó cumplir los postulados fundamentales de la Revolución y aplicar la Constitución con una orientación nacionalista. El gobierno cardenista, en alianza con el movimiento obrero y respaldado en la Ley de Expropiación de 1936, decretó el 18 de marzo de 1938 la expropiación de las empresas petroleras, que no respetaban los derechos laborales de sus trabajadores, ni las resoluciones de la Suprema Corte.
La decisión cardenista de recuperar uno de los recursos más valiosos de la nación tuvo un amplio apoyo popular, pocas veces visto en nuestra historia. Esto se reflejó en la cooperación económica que los miembros de las diferentes clases sociales dieron a su gobierno, que un sentimiento solidario generalizado y un renovado patriotismo. Por esta razón, la expropiación fue uno de los actos más representativos del nacionalismo mexicano.
Conmemorar 79 años de la expropiación petrolera, un parteaguas en la historia nacional, cobra relevancia en el contexto actual. Ante las amenazas del gobierno de Trump de renegociar el Tratado de Libre Comercio, y de retirar las inversiones de empresas extranjeras en México, es oportuno reflexionar sobre cómo defender la soberanía nacional. Una opción es fortalecer la inversión privada mexicana para depender menos de la extranjera, la cual ha hecho más vulnerable al país.
Hoy es un momento oportuno para explorar nuestras potencialidades como nación y desarrollar una economía menos dependiente del exterior. Esta conmemoración es una oportunidad para que nuestros gobernantes eviten que otros gobiernos y empresas extranjeras afecten los intereses de nuestro país. Por eso es urgente recuperar el ejemplo cardenista e infundir entre los mexicanos un sentimiento nacionalista, condición indispensable para defender a México frente a cualquier potencia extranjera.