Gil ha llegado a la triste conclusión de que el asesinato de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa quedará para la historia como un caso sin resolver, aunque se resuelva. A Gamés lo enloquece la idea de que Murillo Karam ocupe una celda y El Gil, uno de los asesinos desalmados de Iguala, vaya y venga en libertad y como testigo protegido de la Fiscalía.
Gil lo leyó en su periódico El País en un recuento de Pablo Ferri. Lea usted y verá que coincide con Gilga respecto al irresoluble caso de Ayotzinapa: la reunión de este lunes entre las familias de los 43 estudiantes desaparecidos y el Gobierno ha fracasado, según explicó Vidulfo Rosales —que por cierto no es para nada santo de las devociones de Gilga—, abogado de las familias desde el ataque contra los normalistas, hace ya nueve años. Rosales ha dicho que la junta ha sido “peor que la del miércoles”, en referencia al encuentro que las familias sostuvieron la semana pasada con el Presidente.
En la de este lunes el mandatario no estaba, pero sí Encinas, refiere Ferri, “Encinas nos ha leído una narrativa, de dónde estamos en el caso, que se acerca más a la verdad histórica que a los nuevos hechos”. ¿Lo ven? El caso nunca se resolverá.
Esa versión establecía que el grupo criminal Guerreros Unidos, apoyado en policías locales, habría asesinado a los 43 en un basurero, habría quemado los cuerpos y luego habría arrojado los restos a un río. La comisión presidencial y la actual Fiscalía han desechado esta versión. Al parecer, las críticas de Rosales apuntan a que Encinas ha señalado que alguno de los 43 era parte de un grupo criminal, tesis sostenida durante el gobierno anterior.
En busca de militares
En teoría, prosigue Ferri, la reunión de este lunes debía servir para que el Gobierno diera cuentas de la búsqueda de los documentos de espionaje militar que reclaman las familias, oficios que reflejan conversaciones entre los perpetradores sobre el posible destino de los jóvenes. En vez de eso, ha explicado Rosales, Encinas ha leído un informe parcialmente distinto del que desarrolló en dos reuniones la semana pasada.
El abogado Rosales ha explicado que, en su mensaje a las familias, el general secretario Sandoval se ha referido a las conversaciones interceptadas por el Ejército al grupo criminal, dos de las cuales son públicas desde octubre de 2021, encontradas por los investigadores en archivos militares. El general ha apuntado a la del 26 de septiembre de 2014, día del ataque contra los normalistas. En ella, uno de los presuntos operadores más importantes del grupo criminal Guerreros Unidos en la época, Gildardo López, alias El Gil, habla con un mando de la policía de Iguala sobre los muchachos.
Ocurre que El Gil se ha convertido en testigo protegido de la Fiscalía General de la República para el caso Ayotzinapa. Y que, en sus declaraciones, ha apuntado a mandos militares, señalando su colaboración con Guerreros Unidos. No solo eso, El Gil, que aparece en las pesquisas bajo el nombre de Juan, ha apuntado que un grupo de los 43 habría pasado por uno de los batallones del Ejército que funcionaban en Iguala en la época del ataque.
Pero las críticas más duras han sido para Encinas. “Él refiere que los estudiantes iban infiltrados, que había una disputa de bandos del crimen organizado, reduciendo la responsabilidad a la delincuencia, dejando por fuera al Ejército y las autoridades. Solo se le atribuye responsabilidad al capitán Crespo”.
Los mensajes
Rosales señaló que Encinas dejó de lado el paquete de más de 400 mensajes que integrantes de la red criminal de Iguala intercambiaron supuestamente durante y después de la embestida, entre el 26 de septiembre de 2014 y los días y semanas posteriores. Los mensajes, fotografías en realidad de las pantallas de los celulares donde supuestamente se recibieron, dibujaban el destino final de los normalistas. En uno de los casos, por ejemplo, se señalaba que el comandante de uno de los dos batallones del Ejército de Iguala en la época, José Rodríguez, había ordenado matar a un grupo de los 43, cautivos durante días desde el ataque.
Todo es muy raro, caracho, como diría Joseph Joubert: “Cuando se llama inútilmente a las puertas de ciertas verdades, es preciso entrar por la ventana”.
Gil s’en va