Gil bajaba la cortina de la semana. El suplemento Laberinto de su periódico MILENIO siempre trae algo en la manopla editorial. En la edición digital presentan esta semana una entrevista de David Noria al historiador François Dosse, quien fuera profesor del presidente Macron. Dosse presentó a Macron con Paul Ricoeur, otro de los maestros del presidente de Francia. Gil ha elegido dos o tres tabletas siempre en voz de Dosse de la entrevista íntegra, que puede leerse aquí: https://www.milenio.com/cultura/laberinto/francois-dosse-macron-paso-ricoeur-maquiavelo
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Existe la necesidad de convocar el pasado y evidentemente hay una necesidad de convocar la memoria. Sin duda, la memoria ha enriquecido mucho la historia. Hay un aporte historiográfico importante que fue hecho en Francia por Pierre Nora: Lugares de memoria, en tres tomos y varios volúmenes, que demuestra justamente que hoy no podemos hacer una historia sin convocar la memoria y que hay una historia social de la memoria por construir. Entonces es un aporte imprescindible, que también teorizó Paul Ricoeur en su gran libro publicado en el 2000, La memoria, la historia, el olvido. Para él hay que distinguir la memoria y la historia, pero al mismo tiempo hay que pensarlas juntas y articularlas mutuamente. Es pues un aporte historiográfico muy importante. Pero al mismo tiempo esta mirada por el retrovisor hacia el pasado está cercenada de porvenir. Es un porvenir sin brújula, indistinto, indeterminado.
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Pertenezco a una generación que debe hacer un trabajo de duelo. Un duelo de la esperanza que tuvo, y por lo tanto un trabajo de reflexión. Escribí el libro La saga de los intelectuales 1944-1989 en dos volúmenes, traducido por Akal. La elección de las fechas no es casual. En mi opinión es durante este periodo que se acaba el régimen de historicidad teleológico, que se derrumbó totalmente. Entonces sí, mi generación ha tenido que hacer este trabajo de duelo, aunque personalmente nunca creí en el modelo soviético. Cuando era joven me encontraba en Praga mientras Checoslovaquia era invadida por los rusos. Y yo no estaba del bando de los tanques rusos que invadían el país en aquel agosto del 68... Pero efectivamente creía en esta especie de utopía presentada como comunista no estalinista.
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Macron ou les illusions perdues. Les larmes de Paul Ricoeur (Macron o las ilusiones perdidas. Las lágrimas de Paul Ricoeur), en las ediciones Le Passeur, es, digamos, un segundo volumen después del que apareció en 2017, al comienzo del quinquenio, que se llamó El filósofo y el presidente. Ricoeur y Macron, en el cual yo veía el programa de Macron como una traducción de tipo político —pero toda traducción implica un desplazamiento, no era una aplicación del programa filosófico de Ricoeur evidentemente—, pero veía la filosofía de Ricoeur como una fuente de inspiración importante para su programa de Gobierno tal como el propio Macron lo había hecho explícito en su libro Revolución (2016), en sus discursos de campaña y en su primer discurso como presidente. Luego he constatado cómo le dio la espalda, en lo esencial, a esta herencia, a esta filiación filosófica, de donde se explica mi subtítulo Las lágrimas de Paul Ricoeur, porque manifiestamente la filosofía muy humanista en búsqueda de la justicia social de Ricoeur no se encuentra en la política de Macron, que ha derivado de la izquierda a la derecha, incluso hasta intentar drenar el electorado de la extrema derecha. En efecto, cuando vio que Marine Le Pen (de extrema derecha) consiguió mucho reclutamiento con la cuestión de la inmigración, intentó insertar en su programa la cuestión de los inmigrantes para mantenerlos lejos y para hacerlos regresar a sus países de origen. Entonces en ese punto ya no me reconocí en las orientaciones de Macron, que son de una derecha bastante clásica en realidad, y en absoluto de izquierda. La izquierda que, por supuesto, es muy heterogénea. En todo caso, sentí un deber moral, personal, después de haberlo apoyado, de decir lo que pensaba. Y en este libro digo lo que pienso. Tenemos un presidente camaleón que hace todo por… para decirlo rápido para pasar de Ricoeur a Maquiavelo en su práctica de poder. Entonces tenemos efectivamente el poder de la seducción. Se pasó de la conquista del poder al ejercicio del poder en una tentativa por mantener el sistema, sin tomar en cuenta lo que fue la pandemia.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero trae la charola que soporta el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la frase de Gómez de la Serna sobre el mantel tan blanco: “Tenía tan mala memoria que se olvidó que tenía mala memoria y se acordó de todo”.
Gil s’en va
Gil Gamés
gil.games@milenio.com