El presidente Liópez ha hecho realidad una vez más aquel apotegma de Fernando Marcos, gran cronista de futbol, de que el último minuto también tiene sesenta segundos. Y sigue hablando, sin pausa; y sigue peleando, sin parar; y sigue agraviando, a toda máquina.
Gil recuerda como si fuera ayer el año 2018, el domingo primero de julio: esa noche, aún no terminaban de contar los votos y Enrique Peña se quitó de problemas, pactó con Liópez, (convengamos en que algo habrán pactado) y le entregó el poder a Liópez seis meses antes de que terminara su gobierno. Un sexenio después, Liópez ejerce su poder hasta el último minuto antes de que Claudia Sheinbaum asuma la Presidencia. A esto se le llama amor del bueno al poder.
Dos días antes de retirarse a su finca en Palanque, anjá, Liópez insistió en que fue “incorrecta la decisión de Estados Unidos de “secuestrar” en México a Ismael El Mayo Zambada y su posterior entrega en Texas, por considerar que dicha acción desató una ola de violencia en Sinaloa.
A Gil se le ponen los pelos de punta: no es la primera vez que el Presidente defiende, por decir sí, a un narco: antes lo hizo saludando en un camino lejano de Badiraguato a la mamá del Chapo Guzmán; antes lo hizo pidiendo clemencia para ella; antes lo hizo afirmando que los narcos asesinos son seres humanos y les debemos comprensión; antes lo hizo diciendo que abrazos y no balazos.
Gil lo leyó en Aristegui noticias y la agencia EFE: Liópez le endilgó a Estados Unidos la escalada de enfrentamientos entre grupos delictivos que han provocado alrededor de 100 homicidios violentos en 20 días allá en Sinaloa, sin que la violencia ceda.
Gira triunfal
En el cierre de su gira de transición por Sinaloa, acompañado por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, Liópez declaró que a su gobierno le “duelen todas las pérdidas de vidas humanas”, por lo que su gobierno seguirá interviniendo con las fuerzas armadas “para evitar los enfrentamientos” en la entidad. No se lo tomen a mal a Gil, pero intervienen muy poco esas fuerzas porque el estado atraviesa por una grave crisis de violencia.
“Y ojalá y se entienda que todos queremos vivir en paz y no es estigmatizar (…) Por eso estamos aquí, porque los de la embajada de Estados Unidos sacaron una notificación (para que) no vayan a Sinaloa, que no vayan a Culiacán”. Además, se quejó de la alerta emitida desde Washington el pasado 12 de septiembre para que sus ciudadanos eviten viajar a Sinaloa, misma que se dio a conocer tres días después del inicio de la escalada violenta. “Aquí estamos nosotros para decir: ¿cómo no vamos a estar aquí?, y yo confío en que pronto las cosas vuelvan a la calma porque durante todo el gobierno no tuvimos ningún problema, fue en estos últimos días, en estos últimos meses, por una decisión que tomaron que no fue correcta y que se fraguó en el extranjero”.
¿Durante todo el sexenio no hubo problemas en Sinaloa? ¿Eso ha dicho el Presidente? A Gamés le va a dar algo, y fuerte. Nomás por decir: ¿y el culiacanazo? ¿y los laboratorios de Fentanilo?, ¿y las balaceras entre pandillas? Un grito aterrador hizo añicos el silencio sagrado del amplísimo estudio; ¡ay, mis hijos! ¡Embusteros hasta el último minuto!
Rocha Moya
Desde luego, el gobernador de Sinaloa, Rocha Moya, es un inepto, de esto hay pruebas contundentes; no hay pruebas, pero podrían existir, de sus relaciones con el crimen organizado, lo que usted quiera y mande, pero sobre todo parece tener dos dedos de frente, y a veces nada más uno. Han muerto más de cien personas y él dice: “hay generadores de violencia en el estado”. Culiacán y otras amplias zonas de Sinaloa se encuentran bajo el dominio de la delincuencia y él dice: “Ha estado pasando. No ha pasado, no quiero ser irresponsable, todavía tenemos brotes”. Así no se puede, hasta para mentir hay que tener cierto estilo, algunas palabras, de verdad.
Gil no comprende: el gobierno mexicano ha desplegado más de 2 mil 200 elementos de las fuerzas armadas ante la violencia, pero Liópez y los militares también han sugerido que el fin de la violencia depende de que el Cártel de Sinaloa no se enfrente con sus adversarios. Gilga se quedó sin argumentos: ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. En fon.
Todo es muy raro caracho, como diría Shakespeare: “La despedida es una pena tan dulce que diré buenas noches hasta mañana”.
Gil s’en va