Gil hace su plana

Ciudad de México /

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil salió a pescar en el río del discurso presidencial de la mañanera. El anzuelo atrapó zapatos viejos, botes vacíos y otros objetos inservibles. En ésas estaba cuando Gil gritó: ¡Eureka! Liópez Obrador les pide a sus adversarios “que vayan a un retiro y hagan planas que digan: el pueblo sí existe, la democracia es el gobierno del pueblo, nadie es superior a otros, no existen las razas, debemos aplicar el principio del amor al prójimo”. Gilga intentó su plana, pero las frases están muy largas e impracticables.

Gamés no quisiera jugar las contras al Presidente, pero las razas sí existen, que unas no sean superiores a otras es otro asunto. Afirma un trascendido que Jesús Ramírez Cuevas vio al Presidente escribir en su escritorio palaciego, porque habita un palacio, ¿cierto?, concentrado, ensimismado, embebido en sus pensamientos mientras su mano deslizaba la pluma sobre una hoja blanquísima. Jesús le preguntó con gran respeto y devoción al Presidente si necesitaba ayuda y éste le contestó que sí, que terminara de llenar la plana. Y Jesús así lo hizo: “El pueblo soy yo, el pueblo soy yo, el pueblo soy yo”. Para no cometer el error de las voladas y los borregos, Gilga insiste en que esta información se desprende de un trascendido.

Una modesta sugerencia

El Presidente siguió con las sugerencias, él sólo sugiere que no vayamos a empezar con la necedad de que en su alma habita un autócrata, un autoritario y no pocas veces un tirano porque, ¡ah! cómo se dan vuelo los críticos del Presidente con estas fantasías.

Decía Gamés que el Presidente sugirió lo siguiente: “También sería bueno que en el retiro vaya un teólogo (sic) para que les ayudara a interpretar la vida y obra de Jesucristo porque ellos pecan toda la semana y el fin de semana van a comulgar”.

Otra vez el trigo a la burra, o como se diga, Gamés no quiere llevar de nuevo las contras presidenciales, pero la verdad no llegará al retiro porque los teólogos suelen parecerle charlatanes, no cree en Dios, no asiste a templos, ninguno, ni a las oficinas de Morena, no comulga, es un pecador promedio y para que más que la verdad la vida y la obra de Jesucristo le tienen sin cuidado, aunque ciertamente a veces se siente como si caminara por el Monte de los Olivos, pero eso es por narcisista, nada más.

Un día se hospedó en un hotel modesto que se llama Jardines de Getsemaní. Si hay que acabar clavado en una cruz no cuenten con Gil. Recuerden: las religiones son como las luciérnagas, para brillar necesitan la oscuridad. ¿Se sentirá el Presidente como nuestro señor Jesucristo? Ay, nanis.

¿Quién perdió a quién?

Encarrerado el Presidente dijo que el divorcio del poder Judicial no tiene vuelta de hoja: “a la Suprema Corte ya la perdimos, yo pienso que siempre había estado alejada del pueblo y cercana al poder, pero ahora de manera descarada y están al servicio de los potentados, de la minoría de lo que conceptualmente se conoce como oligarquía”.

A Gilga ya se le hizo bolas el engrudo, aquí iba a escribir que se le hicieron engrudo las bolas, pero suena feo. Pero si la cuatroté perdió a la Corte, la Corte perdió a la cuatroté, lo que conceptualmente se conoce como incompatibilidad de caracteres. El Presidente acusa a la Suprema Corte de estar cerca del poder, pero Liópez quería tener en el bolsillo a la Corte y que se sepa él tiene el poder. Un lío. Por eso mejor depositamos los proyectos prioritarios en el Ejército y luego a ver quién se los quita. ¡Diantres!

Zape, pa´ que se le quite

Inspirado en la vida y la obra de nuestro señor Jesucristo, Liópez le dio un seco extra y por no dejar a Germán Larrea lo mandó al Gólgota de los empresarios, un calvario que sufren los capitalistas codiciosos. Lamentó que hubiera sido mentira que Larrea declinaba comprar Banamex: “si ya no lo va a comprar él pues hay la posibilidad de crear una asociación público-privada. No hay pierde porque es un negocio redondo”.

Gil ya sabe que la cólera es una locura pasajera, pero las hay que son permanentes. Gamés se apunta para formar parte de esa asociación. Gil banquero, ¿cómo la ven?

Gilga no se puede ir, Ciro; ah, no, perdón. Gamés declara que el repaso histórico, la ayuda de memoria con la cual López-Dóriga ha recordado el perfil empresarial de Germán Larrea le ha parecido preciso en la forma y en el fondo. Chapeau, Joaquín.

Todo es muy raro, caracho, como diría Montaigne: “Cuántas cosas que fueron artículos de fe, hoy en día son fábulas”.

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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