Gil no entiende

Ciudad de México /

Hay días en que Gil no entiende nada. De un tiempo a esta parte, esos días se repiten en la línea del tiempo. El comisario Milton Morales Figueroa, coordinador general de la Unidad de Estrategia y Operaciones Especiales de la Secretaría de Seguridad, ni más ni menos, se dirigía en coche a casa de su hermana en Coacalco. No llevaba escolta. En el camino se detuvo a comprar pollo. Las notas no aclaran si se trataba de pollo rostizado o crudo, y no es chiste sino la verdad.

Un hombre armado bajó de uno de los dos coches que lo seguían y le disparó en repetidas ocasiones, luego huyó en dirección a donde se encontraban los vehículos que lo trasladaban, y que hicieron la función de muro durante todo el seguimiento. El cuerpo de este superpolicía de élite quedó tendido en la pollería “César” de Coacalco, Estado de México. Así murió uno de los principales artífices de la estrategia de seguridad en la ciudad. Hasta el momento, indicaron, no hay un móvil fijo ni organización criminal a la que se le pueda atribuir el asesinato. ¿Un policía de primera línea comprando pollo en Coacalco sin escolta? Gamés no entiende.

También es verdad que el Servicio Secreto norteamericano permitió que en sus narices un joven asesino tonto le disparara a Trump con un rifle de su padre y balas que compró en Walmart. Por cierto, la directora del Servicio Secreto renunció a su cargo.

Ejecución

El alto mando y comisario en jefe se encontraba franco, y según contó el jefe de la policía capitalina, Pablo Vázquez, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, estaba por concluir sus vacaciones. Incluso refirió que se investiga por qué los escoltas que lo cuidaban no se encontraban acompañándolo.

Su periódico El Universal ha reporteado y explicado que los sicarios trabajan como una empresa de seguridad. Hay unos que contactan a los gatilleros, otros son los que vigilan y otro grupo es el que huye, generalmente, en motocicletas. En este caso fueron dos vehículos.

Milton Morales, uno de esos policías que casi no existen, cercanísimo a Omar García Harfuch, conocido como uno de los jefes comisarios que ha capturado a decenas de peligrosos delincuentes de La Unión Tepito, Los Rodolfos, el Cártel de Tláhuac, Los Molina, Los Canchola  y grupos criminales de la ciudad ligados al Cártel Jalisco, Gamés no entiende que a este superpolicía lo sorprendan sin escolta comprando un pollo en Coacalco. Lo ejecutaron en sus narices.

Unos fantasmas no pagan impuestos

Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Estefanía Hernández. El presidente Liópez afirmó que un equipo de fútbol mexicano debe mil 271 millones de pesos al Servicio de Administración Tributaria (SAT), aunque no dio a conocer el nombre. Hay trece casos de defraudación fiscal: “Ayer me informaron sobre una lista de los delincuentes o presuntos delincuentes de cuello blanco que no pagan los impuestos, y que los jueces no dan fechas de audiencia. Una empresa aérea debe 33 mil 495 millones, de acuerdo con el SAT”.

Liópez indicó también que hay una refresquera que debe 22 mil 701 millones de pesos de impuestos. Además, una chatarrera que debe 19 mil 860 millones de pesos. En la lista también se encuentran una cementera, que debe 15 mil 408 millones; una minera, con 11 mil millones; un despacho contable legal de manejo de nóminas, con 7 mil 645 millones; una acerera, con 5 mil 693 millones, y una empresa petrolera particular, con 5 mil 460 millones.

Gil no entiende: Liópez, que ha infamado los nombres de infinidad de críticos, no desvela los de estos defraudadores. Y Gil no entiende que para el Presidente los culpables sean los jueces que postergan, según él, las sanciones, o como se llamen. Es que de veras.

Todo es muy raro, caracho, como diría Einstein: “No entiendes algo, a menos de que seas capaz de explicárselo a tu abuela”. 

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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