La locura del adiós

Ciudad de México /

Gil caminaba sobre la duela de cedro blanco con las manos entrelazadas en la espalda mientras meditaba en los oscuros laberintos de la mente humana. El Presidente se ha descosido, como decía la extinta madre de Gamés. Liópez siempre ha dicho lo que le viene en gana: amenazas, infamias, mentiras, pero en estos días del adiós se ha saltado las trancas en lo que toca a su persona y a su vida. Si lo dudan, lean, oigan esto: “Soy un presidente naco, chinto y chairo, de Tepetitán Macuspana, Tabasco, y pertenezco al pueblo y al pueblo raso, y ya que quede claro: no soy fifí”.

Tampoco exageremos, Presidente, ¿pueblo raso?, pero si usted ha vivido muy bien, aunque sus emolumentos sean misteriosos. ¿Pueblo raso con una finca enorme donde vivirá en su retiro? Rancho, hacienda, lo que sea, que por cierto le donó generosamente a sus hijos. Atole con el dedo, o como se diga. Ni hablar, muchos mexicanos le creen. Ya quisiera Gil su finca para un día de fiesta. Lo de naco, chinto y chairo, Gil no sabe a qué se refiera el Presidente de los ochenta y tantos días.

Legado

Gil lo leyó en su revista Proceso en una nota de Dalila Escobar: “Quiero publicar algo antes de irme, para que quede constancia; por ejemplo, no quiero ningún nombre de calle, de escuela, nada que lleve mi nombre, no quiero monumento, estatua, además ya les dije que son muy pocos los héroes que se respetan en México: Hidalgo, Juárez, Villa, Zapata, Lázaro Cárdenas, pero por lo general al resto no se les respeta y se pone un monumento y la gente inmediatamente le pone un apodo, lo más común que he escuchado que le llaman mono a la estatua. Ahí donde está el mono a la derecha”.

Bien pensado, se podría decir esto: ahí está, a la izquierda del mono del Fisgón. El Presidente está chípil, no quiere nada que lo recuerde y lo enaltezca, ni siquiera un estanquillo (así se llamaban): “Miscelánea Liópez el Grande”. El testamento ha puesto nervioso a Gilga: Yo, Andrés Manuel Liópez Obrador, en plenitud de mis facultades mentales he decidido dejar mis ideas a las aves, que se encargarán de llevarlas lejos. A Claudia Sheinbaum le heredo un guion de todo cuanto debe hacer y cumplir durante los próximos seis años. A Fernández Noroña le dejo unas boñigas perfectas de mi ganado de Palenque para que converse con ellas.

Ahora mal sin bien y ya en serio: Gamés no había visto en un Presidente un narcisismo maligno del tamaño del que lleva puesto el Presidente Chairo, sumecha.

Obradorismo

Entrado en gastos emocionales, Liópez dijo que tampoco quiere asociaciones, por ejemplo que a su periodo lo llamen “el obradorismo”, es decir, “nada, no quiero representación, yo me voy a jubilar y no vuelvo a participar en nada. Esto también para el disfrute, regocijo de mis adversarios, que van a poder en libertad hacer cuestionamientos, porque ya no voy a poder contestarles, a nadie”. Un grito desgarrador hizo trizas el silencio del amplísimo estudio: ¡nooo! Por piedad, Presidente, no guarde silencio, nunca calle, Gamés se lo ruega, se lo suplica.

El gasto

Por lo que toca a la cuestión económica, afirmó: “No tengo nada, la casa de Palenque es de mis hijos, nada más que ahí —eso lo saben los notarios— un derecho de usufructo que está a mi nombre, o sea que podrán disponer de ella hasta que fallezca. La casa es de mis cuatro hijos, la de Palenque, todo lo demás ya está entregado a mis hijos, yo no tengo nada”.

El Presidente Chairo dijo, eso sí, que tiene sus ahorritos por las regalías que recibe por sus libros. De anticipo por su último libro le dieron 3 millones de pesos, de los cuales pagó un millón de pesos de impuestos. Qué bueno porque el SAT anda de pestañas con el asunto de las regalías de los escritores mexicanos. Estoy pidiéndole al Issste que me haga mi cuenta de jubilación y voy a alcanzar como 21 mil pesos mensuales, además de los 3 mil pesos al mes de la pensión de adulto mayor”.

Gil cantó el clásico: Mira, Bartola, ahí te dejo esos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz (…).

El cinismo es un humanismo, diría el filósofo. Todo es muy raro, caracho, como oyó Gamés en un restorán: “La herencia es la última rencilla que deja el muerto entre los vivos”. 

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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