La ambición y la audacia de la jefa de Gobierno no conoce límites: primero las Utopías, esos lugares solo posibles en Iztapalapa, y ahora una hazaña de la teletransportación: traerá al Zócalo a Acapulco con todo y clavadistas
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se sentía ligero y de buen humor, optimista, pleno de proyectos que le parecían realizables. Gil no quisiera relacionar su estado de ánimo con el hecho de que no ve ni oye cada día al ex presidente Andrés Manuel Liópez Obrador. No es poca cosa y ustedes lo saben.
Como si Gil viviera en otro mundo mejor que éste, hay noticias que lo mejoran y les presenta aquí una de ellas leída en su periódico El Universal en una nota de Jorge Alejandro Medellín Martínez: “La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada anunció que ‘muy pronto’ traerá la Quebrada de Acapulco al Zócalo capitalino (…) Vamos a traer la Quebrada al Zócalo de la Ciudad de México, ya lo van a ver cómo”.
La ambición y la audacia de la jefa de Gobierno no conoce límites: primero las Utopías, esos lugares sólo posibles en Iztapalapa y ahora en una hazaña de la teletransportación traerá La Quebrada con todo y clavadistas al Zócalo. Con razón ganó la elección holgadamente. La jefa de Gobierno dio este anuncio durante el banderazo de salida del Colibrí Viajero de Plata, un programa de la Secretaría de Turismo en el cual se llevó a cientos de adultos mayores para pasar un fin de semana en Acapulco todo pagado. Colibrí Viajero de Plata, genial. Gilga ya es adulto mayor y no lo invitaron, qué ojéis. Gamés ya se imaginaba en el Baile de los Viejitos, que por cierto le sale muy bien, con su bastón de los pueblos originarios.
Cambios provisionales
Clara Brugada no especificó cómo sería esta representación de la Quebrada en la plancha del Zócalo, pero afirmó que contará con agua e incluso clavadistas: “Muy pronto, cuando haga más calor, y van a venir los clavadistas de la Quebrada al Zócalo de la Ciudad de México, ya lo van a ver y va a haber agua y todo”. Con agua y toda la cosa, qué bueno, porque clavadistas sin agua sería un espectáculo macabro, todos los atletas haciéndose puré en la plancha del Zócalo. Cada clavado, splash, puré de tomate.
Gamés no tiene suficientes conocimientos de la mecánica de suelos, las edificaciones, pero es audaz y sugiere que para ganar espacio se mueva el Palacio Nacional completo, nos lo llevamos a las faldas del cerro de Chapultepec y entonces ponemos la Quebrada ya con más libertad. Además, dos tiros de un pájaro, juntamos un Castillo y un Palacio. En efecto queda el problema de las aguas profundas donde se sumergirán los clavadistas. Gil se permite proponer que se retire la bandera de la plancha y se perfore hasta la profundidad requerida. Ya luego que pase el calor se tapa la oquedad y regresamos el Palacio a su lugar. Si les parece, Gil espera en el amplísimo a los ingenieros de la jefatura de gobierno para darles los planos que ha diseñado.
Gilga se imagina que en una operación muy similar, Clara Brugada y sus especialistas concibieron La Quebrada en el Zócalo. Oigan ¿y regresaron con bien los viejitos que fueron a Acapulco invitados por el gobierno de la Ciudad de México?
Un desgobernador
Y hablando de utopías y quebradas. Javier Cabrera Martínez cuenta en una nota de su periódico El Universal que el desgobernador Rubén Rocha Moya (convengamos en que no gobierna nada) rindió su Tercer Informe de gobierno (es un decir). Al hablar de la violencia, exhortó a la población a no tener miedo, ni caer en el pesimismo, ni en la inmovilidad, ya que se tienen operativos para restaurar la tranquilidad. Gil que este desgobernador no tiene un dedo de frente y posee una cola larga como todo Badiraguato.
Este sujeto pidió a los padres de familia que envíen a sus hijos a las escuelas y asistan a la fiesta deportiva de la serie de beisbol de invierno que se celebra en varios municipios de la entidad, con la confianza de que el ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal cuidará de ellos. Anjá, así como los han cuidado los últimos meses.
Rocha Moya afirmó que él nunca ha negado la violencia que se vive, “pero que nadie se confunda, nunca se ha evadido la responsabilidad” y como es un hombre que no deja inconclusos sus compromisos, uno de ellos en estos momentos es la restauración de la paz y la tranquilidad que legítimamente se merecen todos los sinaloenses”. Bla-bla-bla. Síganlo dejando, mientras la lista de muertos crece. Es que de veras. En fon.
El buen humor con que Gilga empezó esta página del fondo desapareció, no duró ni un suspiro.
Todo es muy raro, caracho, como diría Mauriac: “Qué poco cuesta construir castillos en el aire, qué cara es su destrucción”.
Gil s’en va