Gil encontró en El Periódico de España una entrevista con la escritora canadiense Margaret Atwood, premio Príncipe de Asturias 2008 y autora de grandes ventas en todo el mundo con novelas como El cuento de la criada o Alias Grace. Gamés subraya y arroja estas tabletas en este viernes de lluvias y temblores.
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Supongamos que tengo 16 años. Estoy en el instituto y decido que quiero ser escritora. ¿Cuáles fueron mis modelos? En su mayoría eran hombres. Había algunas mujeres, pero eran inglesas y estaban muertas. Así que, para ser escritora, tendría que ser una mujer inglesa muerta. Entonces no conocía a ninguna escritora canadiense viva y había muy pocos escritores canadienses vivos, así que, en aquel momento, podía parecer una decisión bastante loca.
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Nadie sabe por qué escribe ficción. Escribí un libro sobre lo que es un escritor, Negotiating with the Dead: A Writer on Writing, y en él intenté descubrir las razones por las que la gente escribe. Encontré muchas y entre ellas no había ningún punto en común. Pero luego planteé una pregunta diferente: ¿qué se siente al ser escritor?
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Escribir es como adentrarte en la oscuridad y que alguien encienda una luz, o como entrar en una cueva y ver un pequeño destello a lo lejos. Abrirse camino a través de la oscuridad era un tema común. Luego, también, sacar algo a la luz, encontrarlo, como en el Poema de Gilgamesh: halla el secreto de la inmortalidad pero lo pierde y, al regresar a su civilización, lo escribe todo, porque lo que ha traído con él es la historia de su viaje. De hecho, eso siempre es un texto o subtexto de una novela; entre otras cosas, la novela es la historia de no escribir la novela.
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Escribir unas memorias es diferente a escribir una obra de ficción, pero tienen cosas en común. Una autobiografía es la historia de un ser humano en el tiempo, como una novela. Creo que fue Leon Edel, biógrafo de Henry James, quien dijo: si es una novela, hay un reloj dentro. Pero también lo hay en las memorias y en las biografías. Siempre se trata del tiempo, del tiempo que has vivido. Cuando eres joven, con 20 años, piensas que las cosas siempre han sido como son en ese momento y seguirán siendo así, que lo que pasó antes de que nacieras es una especie de prehistoria. Pero esa perspectiva cambia a medida que envejeces, tu visión del tiempo es que todo cambia y va a seguir cambiando permanentemente.
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Si lo buscas en Google, hay al menos 75 tipos diferentes de feminismo y con algunos no estarías de acuerdo. Así que hay que tener mucho cuidado cuando se habla de feminismo. Es una de esas palabras extremadamente amplias, como cristianismo. ¿Qué significa?, ¿que estás bailando con serpientes?, ¿que vas a ver al Papa? ¿De qué estamos hablando exactamente? El feminismo puede significar de todo, desde empujar a todos los hombres por un precipicio y conservar al 10% con fines reproductivos a que las mujeres son seres humanos y, por lo tanto, deben ser vistas y tratadas como seres humanos completos con intelecto. El rango es amplio. Yo soy una feminista del tipo Equality now, organización que trabaja con los derechos legales. Yo creo que las mujeres deberían tener los derechos de un ciudadano, en parte porque pagan impuestos. Si tienes un trabajo y pagas impuestos, pero también si no tienes trabajo pero vives en una sociedad, quieres poder opinar, es decir, votar por el tipo de sociedad en la que vives. Eso es bastante básico y no tiene nada que ver con quién es buena persona. Cualquiera que piense que las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, necesariamente son personas más agradables, nunca ha ido a la escuela [ríe].
Hay que tener mucho cuidado cuando se habla de feminismo. Es una de esas palabras extremadamente amplias, como cristianismo.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el Glenfiddich, Gamés pondrá a circular las frases de Goethe: “La literatura es el fragmento de los fragmentos, sólo se ha escrito una mínima parte de todo lo acontecido y todo lo dicho”.
Gil s’en va