Mensaje para Taibo y otras pésimas noticias

Ciudad de México /

A Paco Ignacio le importa un cacahuate cualquier lectura que no sea adoctrinamiento, viento del pueblo, dogmatismo, sectarismo; ese señor lleva seis años haciendo estropicios; ay, mis hijos, los ciegos que guían a los locos, ¿o cómo era?

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó este mensaje para Taibo, veamos: en los últimos nueve años, disminuyó 14.6 por ciento la población lectora en México, al pasar de 84.2 por ciento en 2015 a 69.6 en 2024. Además, se redujo el número de libros promedio leídos en ese mismo periodo, de 3.6 bajó a 3.2, de acuerdo con las cifras que dio a conocer durante el Día Mundial del Libro el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a través del Módulo sobre Lectura (Molec). Gil se permite dudar de esa cifra: en efecto, en grandes centros urbanos probablemente se lean 3 libros al año, pro-ba-ble-mente, pero ¿en el sureste del país?

Su periódico La Razón cubrió como ningún otro periódico esta nota de escándalo en un texto de Adriana Góchez. Sí, de 2023 a 2024 los lectores incrementaron de manera raquítica, 1.1 por ciento, cada año disminuían desde 2015, que fue el primer año en que se realizó la encuesta.

Gil hace una pausa: ¿Taibo es el culpable de estos números trágicos? No. ¿Intentó mejorarlos? No. Antes al contrario, los empeoró, aunque muy probablemente él tiene otros datos. La administración de Taibo ha sido dramáticamente mala, en contra de todo lo que significa en el mundo el mercado del libro. El informe del Inegi también reveló que en los últimos nueve años cayó abismalmente la lectura de periódicos, 31.6 por ciento, al pasar de 49:4 por ciento en 2015 a 17.8 en 2024, así como la de revistas, al registrar un decremento de 25.5 por ciento; en menor medida, pero sí de manera considerable, también disminuyó la lectura de libros, 8.4 por ciento. En contraste, la consulta de páginas de Internet, foros y blogs ha aumentado, al pasar de 37 por ciento a 39.5.

Lectura, ¿a quién le importa?

El informe: pese a registrar dichas bajas, los libros son lo que más leen los mexicanos, seguido de las páginas de Internet, foros o blogs, las revistas, y los periódicos.

Por cierto, Gil no ha leído un artículo sobre estos números de ninguno de nuestros columnistas de primera línea. Muy pronto casi nadie podrá leer sus críticas al régimen. ¿Lectura? Después de este reproche, Gil avanza.

El móvil de las lecturas de los encuestados principalmente está enfocado a fines de entretenimiento, 41.4 por ciento en 2024, seguido de trabajo o estudio, 23.4 por ciento; cultura general, 23.2 por ciento, y religión, 10.6 por ciento. La literatura sigue siendo la joya de la corona entre los lectores, al registrar este año 39.4 por ciento; en segundo lugar están los libros de autoayuda, superación personal o religiosos, con 31 por ciento; seguidos de consultas de alguna materia o profesión, libros de texto o de uso universitario, con 29.6; cultura general, con 20.7, y manuales, guías o recetarios, 7.9 por ciento. Por grupos de edades, quienes cada vez leen menos son las personas entre los 45 y 54 años y los de 65 años y más. Los primeros pasaron de 84.6 por ciento en 2015 a 64.5 por ciento en 2024, y los segundos, de 71.3 a 53 por ciento. ¡Rucos iletrados! Mientras que el grupo de 18 a 24 años presentó la menor caída, con 6.5 puntos porcentuales.

Ciegos y locos

El descenso de la población lectora se pronunció más entre los hombres, pasó de 86.7 en 2015 a 69.9 por ciento en 2024. En el caso de las mujeres, disminuyó de 81.9 a 69.3 por ciento.

Gil se conmisera: no parece existir un acuerdo entre los ilustrados de que la lectura es el único instrumento para entender lo que ocurre en nuestros y los días pasados. De Taibo, ni hablar, le importa un cacahuate cualquier lectura que no sea adoctrinamiento, viento del pueblo, dogmatismo, sectarismo. Ese señor lleva seis años haciendo estropicios y seguirá, si gana Sheinbaum, al frente de la política del libro durante seis años más. Ay, mis hijos, los ciegos que guían a los locos, ¿o cómo era?

Todo es muy raro, caracho, como diría André Maurois: “La lectura de un libro es un diálogo incesante en el que el libro habla y el alma contesta”. 

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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