Perdidos en la noche

Ciudad de México /

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensaba en la tolerancia. Hugo Éric Flores, dirigente del PES, ha dicho esto: “No somos un partido homofóbico. Me dice mi esposa: Hugo, ¿por qué no decimos la verdad, por qué no les dices quién eres?, gay friendly, puedo convivir con gays, no tengo ningún problema. Podemos tener concepciones distintas (…) Esto se trata de un poder tremendo (…). Podemos abrazarlos y besarlos”. Muy bonito. Besos y toda la cosa.

Violencia

La Secretaría de Gobernación reconoció que hay un crecimiento inusitado en los índices delictivos de alto impacto. Gil lo leyó en su periódico Reforma. “La participación, en algunos casos forzada e incluida de miembros de diversas comunidades que han sido utilizados para generar barreras que obstaculizan la acción política en la detención de organización dedicada a la droga”.

Mientras todo esto ocurría, las encuestas de su periódico Reforma informaban esto: Liópez: 52 por ciento; Anaya 26 por ciento; Meade 19 por ciento. O sea, tendría que ocurrir algo muy grave y extraño para que Liópez perdiera puntos cada día.

Empresarios

Amigos que no malquieren a Gamés le han reprochado su poca empatía con las declaraciones de los empresarios. La verdad sea dicha (muletilla pagada por Morena y Liópez), si se trata de defender a Larrea, no cuenten con Gil. Y van así los empresarios, sin parar, denunciando las palabrotas de Liópez. Empresarios codiciosos, ambiciosos y un candidato mentiroso.

Nadie duda de que Liópez sea un majadero, pero, ¿los empresarios tienen derecho o no de expresar sus ideas? Sí tienen derecho, pero son codiciosos. Los empresarios alertan contra el populismo. De acuerdo, que nadie diga más: Liópez grosero, los empresarios enfadados.

Caminos sin ley

Oigan esto: de acuerdo con cifras oficiales, en 2014 se iniciaron 518 carpetas de investigación por robo con violencia a camiones de carga en carreteras, en 2017 sumaron 2 mil 780. Es decir, ese delito del fuero común se incrementó 436 por ciento. El promedio mensual pasó de 43 robos durante el primer año del gobierno de Peña a 231 casos mensuales. No somos nada.

No es la primera vez que Gil se refiere en esta página del directorio a Los bandidos de Río Frío, la novela de Manuel Payno que ocurría en 1830, menos y más, allá en los lejanos principios del siglo XIX. Un grupo de bandoleros atacaba a las diligencias que se dirigían de Veracruz a la capital, a la altura de Río Frío. Al mismo tiempo, en Ciudad de México, el crimen se había desatado: robos al por mayor, asaltos, crímenes sin contención. Un coronel apodado Relumbrón era el jefe del Estado Mayor del presidente Santa Anna y jefe de la banda que asaltaba, robaba, mataba.

Gil cavila: el pasado siempre vuelve. Los caminos sin ley han regresado o nunca se fueron. ¿Vivimos una extraña estampa de 1830? Relumbrón entre nosotros. Nadie circula en el presente por las modernas carreteras, con y sin socavones, sin la sensación de que podría ser atacado por los hombres de Relumbrón.

Decir y no decir

Sobra, pero no sobra, decir que Liópez nunca dice una palabra de sus colaboradores corruptos o de los militantes de su partido enredados en vergonzosos episodios criminales. Algo de historia: Ponce en Las Vegas, Bejarano en la oficina de Ahumada, los Abarca en Iguala, doña Eva Cadena en Veracruz, Rigoberto Salgado en Tláhuac: ¿un compló? Batres: ¿una palabra al respecto? Nada.

Guillermo Valdés, colaborador de su periódico MILENIO ha escrito con precisión que las organizaciones criminales de la ciudad son muy peligrosas y dañinas por dos características. Gil cita largo y con la gallina de piel, o como se diga: “La primera es que adoptaron el modelo creado y difundido por Los Zetas: organizaciones que no son productoras de drogas, solo comercializadoras en el mercado interno, es decir, narcomenudistas. Ese negocio lo complementan con actividades propiamente mafiosas como la protección y el secuestro […]. La segunda característica las hace muy diferentes a las organizaciones sociales del país. Se trata de su estrecha vinculación con la economía informal del país”. Gil abandonó el mullido sillón y exclamó: ¡madre de Dios! Gilga ya sabía que algo andaba mal con el contrabando, las bebidas adulteradas, la venta de pornografía, en fon.

Todo es muy raro, caracho, como diría Lucano: El crimen hace iguales a todos los contaminados por él.

Gil s’en va

gil.games@milenio.com

  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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