Mientras construía su candidatura a la Presidencia, Gil dio gracias al universo desde Teotihuacán. Sí, señores y señoras, Gilga abandonó el mullido sillón y fue a las pirámides para recargarse de energía, como si fuera una pila Duracell. Cuando las manecillas del reloj marcaron las 3 con 24 minutos de la tarde, miles de brazos se alzaron, cerca de la pirámide del Sol, y gritaron tres veces gracias, en señal de agradecimiento al universo por la llegada de la primavera y por la renovación del espíritu. Esto lo leyó Gil en su periódico El Universal. Gamés se pregunta qué tendría que agradecerle al universo, pero no quisiera meterse en camisa de once varas y problemas del ser y la ontología y hasta la metafísica. El padre Sol nos cobija.
Ahora mal sin bien, Gil ha escrito un discurso que dará a conocer cuando sea destapado (ah, una voz pasiva), cuando se dé a conocer que Gilga es candidato, nada de precandidatos, directo a la candidatura. Gil se rodeará de gente joven. Lo ha pensado muy bien: niños de ocho y diez años en las secretarías de Estado. Pequeñas de diez años en Gobernación y Educación. Un poco mayorcitos en Hacienda pues tienen que sumar y restar sin miedo. Gilga cree que este mensaje de juventud le atraerá a millones de votantes. Estos jovencitos no han sido corrompidos, no le han metido mano a la bolsa del erario, ellos y ellas son ideales para la política que impulsará Gamés. Por cierto, si tienen por ahí unos 500 millones de pesos, acá serán muy bien recibidos; se sabe, sin dinero no baila nadie, ni en California, ni en Los Ángeles.
Poder Judicial inconforme
Gil leyó en sus periódicos la respuesta del Poder Judicial al Presidente de la República por la quemazón a la que sometieron a una figura de Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte. Ministras, ministros, consejeras, consejeros, magistradas, magistrados, juezas y jueces que conforman el Poder Judicial de la Federación rechazaron la agresión: “A este poder de la Unión le preocupa que el ejercicio de pesos y contrapesos que exige nuestro orden constitucional redunde en una confrontación no sólo institucional sino entre los mexicanos”. Todos los integrantes judiciales reprocharon “las manifestaciones de violencia y odio” ocurridas durante la concentración de Morena al llamado de Liópez Obrador.
Estas declaraciones le parecieron al Presidente menudencias indeseables. En estos calamitosos tiempos se puede responder al Poder Judicial como lo hizo Liópez: “Yo no estoy muy seguro, pero en la marcha que hicieron los reaccionarios hace poco, también quemaron unas figuras. ¿Qué figuras eran? Ah, una mía también. No me di cuenta, no me di por enterado. Pero no debe de pasar en ningún caso. Pero cuando quemaron mi figura no salió en la prensa. ¿O sí salió? Nadie se quejó”. Gil ya entendió: el fuego con el que encendieron la figura de la Presidenta de la Corte tenía la aviesa intención de atacar al Presidente. ¿Lo dudan? Está clarísimo, estos actos los cometen los conservadores.
Cínicos y locos
¿Más mezcla, maístro, o le remojo los adobes? La defensa que Liópez Obrador ha hecho del nefasto Trump le quitó el resuello. Gil no sabe mentir: “Están declarando que van a detener al ex presidente Trump supuestamente por un asunto amoroso, si fuese así todo el mundo lo sabría, porque no nos estamos chupando el dedo, que es para que no aparezca en la boleta electoral, y si digo esto es porque yo padecí de la fabricación de un delito porque no querían que fuese candidato y eso es completamente antidemocrático, porque no se le permite al pueblo que sea quien decida”.
Gil sufrió un desvanecimiento de dos segundos. ¿En serio? ¿Vamos a defender a ese miserable que ha ofendido a México las veces que le ha dado la gana? Pues sí, con la pena: porque yo, y yo, y yo, y yo. ¿Narcisismo maligno? ¿De veras no le da vergüenza al Presidente defender a Trump? No, simplemente no, porque a mí me quisieron suprimir los reaccionarios, lo mismo que a Trump. Por cierto una gran concentración para defender a la soberanía y una defensa del presidente estadounidense que ha atacado la soberanía mexicana. ¿Estamos locos? Definitivo: sí.
Todo es muy raro, caracho, como diría Lichtenberg: “Vivimos en un mundo en el que un loco hace muchos locos, mientras que un sabio hace pocos sabios”.