Gil lee a Richard Ford (1944) desde 1986, año en que se publicó El periodista deportivo (Anagrama) y creó a un personaje: Frank Bascombe, protagonista de El día de la independencia, Acción de gracias y Francamente, Frank. Ford ha vuelto a encontrar a su personaje en Sé mía (Anagrama, 2024) El periódico El Confidencial de España presenta una entrevista con Ford a propósito de la publicación de su nuevo libro. Gil subraya.
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Cuando escribí Acción de gracias, lo hice después del 11S. Sentí que no era capaz de escribir algo después del 11 de septiembre, pero quería hacer algo sobre política y pensé, lo voy a situar justo antes del 11S porque pensé que todo lo que nos enseñó el 11S es algo que deberíamos haber sabido en Estados Unidos. Todas las novelas de Frank Bascombe son políticas, pero de una manera muy personal, ya que yo creo que todo lo que sucede en la vida de alguien tiene una dimensión política.
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Trump es una creación de la cantidad de libertad que tenemos en el país. Hay mucha gente a la que Trump ha convencido de ser infeliz, pero expresar infelicidad y convertirlo en emblema de esa infelicidad es una función de la libertad. Es decir, para eso se inventó el país. Así que Trump no es un invento de sí mismo. Uno de los motivos por los que mucha gente le apoya y que parece ser una amenaza para algunos y una salvación para otros es que hay una confianza de que Estados Unidos va a salir adelante. Es decir, las instituciones funcionarán, el gobierno pagará sus facturas. Trump es el resultado de esa confianza.
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¡Esta es la primera vez que soy viejo! No es que haya felicidad… pero no tengo mala salud, sigo casado con mi mujer y la sigo amando, tengo casa. Pero si alguien tuviera ochenta años y estuviera divorciado y no pudiera andar y no tuviera dinero, seguramente sería harina de otro costal.
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Alguien me dijo cuando falleció Alice Munro que llevaba cuatro años con demencia, igual esto de tener demencia podría ser algo fantástico. Todas las cosas en las que no tienes que pensar, que no tienes que recordar. En este libro una de las versiones de la felicidad es la demencia.
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La verdad es que no entiendo este mundo. No entiendo por qué hay tantos estadunidenses que quieren estar al margen de la realidad. No lo entiendo, pero lo hacen. Y cuando digo realidad digo verdades sencillas como Trump diciendo que en su toma de posesión había más gente que en las otras tomas de posesión, cuando era totalmente falso. Hay gente que quería pensar que Estados Unidos era más grande hace 50 años que ahora… es falso pero les gusta ese discurso. Tal vez por nostalgia. Yo creo que es simplemente una falta de interés por las cosas.
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No hay un papel prescrito. Puedes no tener ninguno. Puedes escribir novelas que no tengan ninguna dimensión política, puedes escribir novelas que simplemente sean divertidas y punto, o que sean tristes y ya está. Es decir, no hay una descripción fija para el empleo de novelista. Yo he tomado mis decisiones pensando que las novelas son una buena cosa; lo que yo hago en mis libros es que pido al lector que preste atención, que disfrute con el lenguaje, que mire al mundo como un lugar que tiene interés y no carente de interés. Pero es que soy así, otra gente se lo planteará de otra manera. No sé si la mayoría de mis colegas piensan que sus libros son políticos. Los míos sí lo son.
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Cuando alguien me pregunta por mi legado yo me río. Lo único que digo es que espero llegar vivo a la hora de comer. No pienso en la posteridad. Ni por asomo, ni un milisegundo. Esa es la verdad más honesta.
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Los narcisistas son muy atractivos para una parte de la población que también debe ser muy narcisista. Tampoco quiero generalizar… Sí, Trump es muy narcisista y también hay muchos narcisistas en el mundo. Hasta cierto punto está bien ser narcisista porque hay que saber cuidarse, pero es una cuestión de grado, hasta qué punto ignoras al resto de la gente. Pero todos queremos que nos pasen buenas cosas y no podemos depender de los demás para que nos pasen.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la frase de Voltaire sobre el mantel tan blanco: “Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”.
Gil s’en va