Serrat en el ascensor... y Amin Maalouf

Ciudad de México /

El torbellino de la feria del libro más grande de habla hispana arrastró a Gil con el vértigo de sus luces y sus sombras. Caía la noche y Gamés no sabía si tenía gripa, lumbalgia, sicosis literaria o miedo al éxito que todo lo arrasa en estos días y los escritores y escritoras viven una ilusión que, por demás, no está mal sentir, soñar, anhelar. Oh, sí. Tan mal estaba Gamés que vio pasar ante sus narices a Joan Manuel Serrat que se dirigía a los elevadores. Serrat, afable, le dijo a Gil:

—¿Subimos juntos?

Y Gilga respondió:

—Gracias, Serrat, espero a alguien —no esperaba a nadie.

—Vale, entonces —la puerta del ascensor se cerró. Nomás faltaba que le dijera Joan, como si fuera su amigo de años. Para Gamés, Serrat es Serrat.

Entre todas las amenazas que cercaban a Gil eligió, sensato como es, la más sencilla: a mí se me monta una gripa pesada. Como diría la extinta madre de Gilga: tenía que hacer. Cada año recoge acá en la Perla Tapatía una gripa y hace tres se llevó a la Ciudad de México un covid de padre y madre. Sonaron las alarmas. De inmediato a la farmacia:

—Me da una caja de Tabcin Active y otra de Tabcin Noche. Redoxon y unas gotas para los ojos.

Con esto saltó la tranca y regreso al estrado como Alejandro Magno.

Un amigo que no malquiere a Gil le dijo:

–Ten cuidado con el Tabcin, te sube la presión arterial como el ascensor del Barceló hasta el piso 20.

Uta, se dijo Gamés a sí mismo, ahora un pico arterial: posible infarto, daño nefrítico, en fon. La verdad sea dicha (muletilla patrocinada por todo Morena), Gilga durmió nueve horas, despertó y el peso de la gripa había disminuido, no como él hubiera querido, pero mejoró. Al abrir el ojo, Gil dijo un verso famoso: ¿como le dijo le mula al freno? Continuemos.

Amin Maalouf

A Gilga se le había quedado en el último vagón del tren de estos días de libros el Discurso de aceptación del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de Amin Maalouf. Lo publicó completo el sitio de la revista Nexos y se trata de una pieza notable, lean estos fragmentos:

***

Mi padre fue periodista, y a veces yo lo acompañaba a las imprentas y a las redacciones. Ahí nació la gran pasión de mi vida: observar el mundo. Era mi pasión desde niño y lo sigue siendo hasta hoy. Nunca se ha debilitado, al contrario, con los años se ha vuelto aún más intensa. Y siempre ha venido acompañada del deseo de experimentar por mí mismo, tan pronto como fuera posible, todas las novedades —al menos en el ámbito que me interesa—, el del conocimiento, la comunicación, la lectura y la escritura.

***

Esa observación del mundo me ha dado a lo largo de las décadas innumerables alegrías; pero no se sorprenderán si les digo que también me ha generado tristezas y decepciones. Estaba convencido de que la justicia, la libertad, la paz, el conocimiento y la democracia, se extenderían de manera inevitable por todo el planeta; que las naciones establecerían entre ellas relaciones cada vez más amables, respetuosas, cercanas. Incluso íntimas (…)

***

Jamás habría imaginado que la guerra regresaría con tanta fuerza al centro de la actualidad, no sólo en mi región de origen, el Levante, sino en mi patria adoptiva, Europa. Que la violencia se volvería aún más salvaje, más mortífera que en los tiempos de mi nacimiento, hace ya tres cuartos de siglo.

***

Nunca habría pensado en mi juventud que el universalismo retrocedería con el paso de las décadas, en lugar de avanzar, ni que la democracia misma llegaría a verse debilitada y amenazada, incluso en países donde parecía definitivamente consolidada y a salvo de toda tentación tiránica (…)

***

Todo lo que pertenece al ámbito de la ciencia y la técnica avanza sin pausa, cada vez más rápido; mientras que lo que pertenece a nuestra evolución moral tropieza, se desvía o incluso retrocede”.

Todo es muy raro, caracho, como diría Maalouf: “Nuestra evolución moral vive una verdadera regresión. Una regresión del universalismo, una regresión de la democracia, una regresión del estado de derecho. Y esto ocurre en todo el Planeta”

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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