Gamés se enteró en una nota de Blanca Valadez publicada en su periódico MILENIO de que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) autorizó comercializar 7 millones 225 mil cajas de clonazepam y metilfenidato de la empresa Psicofarma con la premisa de usarlos bajo una “farmacovigilancia intensiva”. Los medicamentos estuvieron retenidos por riesgo de estar “contaminados”. Mju. Como ño. Se los vamos a creer.
Gil imagina a unos funcionarios de la Cofepris observando sin parpadear unas cajas de Rivotril durante meses. ¿Cómo las ves? ¿Parecen contaminadas? Pues no mucho, aunque mejor esperamos. En un documento del 22 de febrero la autoridad consideró que no representaban un problema. Redactar un memorándum les llevó tres meses. Lo escribieron con gran cuidado, y eso lleva su tiempo. Así, con medidas como ésta que consiste en sacar del mercado medicamentos, las autoridades cumplen con “el compromiso de garantizar el acceso a medicamentos controlados seguros, eficaces y de calidad (…) por lo que continuarán la labor de analizar medicamentos de alta prioridad para el suministro nacional”.
Pongamos esto en español: persistirá el desabasto de medicinas. En el gobierno la mentira no se les da; son mentirosos, pero transparentes, o sea, mienten mal.
La gobernadora inenarrable
Gil abandonó el mullido sillón y tuvo un ataque de ansiedad mientras veía a la inenarrable gobernadora de Campeche, Layda Sansores participa en la Mañanera. Gilga se abrazó a sí mismo cuando supo que la Cofepris había liberado medicamentos para controlar la enfermedad mental. A la gobernadora le urge una buena cantidad de gotas de Rivotril y sólo un psiquiatra podría decir si también antipsicóticos. En la mañanera Layda Sansores se dio vuelo y se dirigió una vez más a Liópez Obrador: “Tu mano solidaria ha venido a salvar nuestra fe oxidada, y a levantar a los guerreros jaguares que adormeció el olvido, no perdemos más el tiempo, lo prometo, en encontrar las cruces y en llorar por nuestras tierras muertas y nuestro Campeche roto”. ¿Hay un psiquiatra entre ustedes? La gobernadora ha sufrido un colapso y vive en una dimensión desconocida.
Ineptos e irresponsables
La vida de Gilga es una barca a la deriva. Así se estrelló con una nota de Miguel Ángel Pérez en su periódico Milenio. El problema de millones de mexicanos radica en la escasez de medicamentos para las enfermedades mentales. Los padecimientos asociados a la falta de fármacos alcanzaron su punto más crítico en 2021, año con 3 mil 706 reportes asociados al desabasto en patologías como el cáncer, diabetes, postrasplante e hipertensión. Pero a esa lista ahora se suman los medicamentos para atender la salud mental, según datos del colectivo Cero Desabasto.
“En 2022, la salud mental ocupó el primer lugar en nuestra plataforma, cosa que no había pasado los años anteriores. Particularmente a principios de este año se agudizó debido a la suspensión de Cofepris a la empresa Psicofarma”, comenta en entrevista Andrés Castañeda, coordinador de Cero Desabasto.
Oigan esto por piedad y si tienen Rivotril súrtanse: la situación se ha convertido en una constante al punto de no surtir, desde su año más álgido y hasta finales del año pasado más de 34 millones de recetas, solo en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
El Presidente afirma que hay medicamentos a pasto, a granel y gratuitos para todos los mexicanos. Las circunvoluciones cerebrales guardan enigmas insondables.
Esta crisis sanitaria en materia psiquiátrica ha escalado a fármacos “pilares” como la clozapina y el carbonato de litio, cuyo tratamiento se clasifica como “esencial” para quienes padecen de esquizofrenia y trastorno bipolar. Estas enfermedades afectan a 4.9 millones de personas en México, así lo afirman miembros del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Yale, consultados por Milenio.
Durante el mes de noviembre del año pasado, se suspendió la línea de producción a causa del “manejo irregular de sustancias” de la farmacéutica Psicofarma, la encargada de producir y distribuir la mayoría de medicamentos psiquiátricos controlados en el país. “La suspensión de estos medicamentos tiene efectos en recaídas de la enfermedad mental y en la mayoría de los casos, resulta en síntomas de abstinencia que pueden llegar a ser peligrosos”,especifica el dr. Javier Ortiz Orendai.
Bien visto, cavila Gil, quienes requieren medicamentos para un padecimiento mental no tienen nada que ver con los locos irresponsables que los retienen. Es que de veras.
Todo es muy raro, caracho, como diría George Bernard Shaw: “La experiencia aumenta nuestra sabiduría, pero no reduce nuestras locuras”.
Gil s’en va