Los palíndromos de Ana

Laguna /

Sobre héroes y hazañas

Tengo para mí que en el orbe palindrómico no existe un nombre más dúctil y feraz que Ana, en sí mismo palíndromo. 

A lo largo de los años he creado una colección de frases que se leen a contrapelo, a contracorriente, con la bella palabra Ana.

Uno, por ejemplo, que regalé a mi dilecto cuñado César Santos y que festejó de manera efusiva. 

¿Por qué? Porque su encanto de mujer se llama Ana. Y es éste: “Ana me sala la semana”, que no disimula su retranca irónica y que admite una variante jocosa: “Ana me sana vana semana”.

Hay uno que me gusta, por su emoción de inmediatez quemante. Y es éste: “Ana crece cercana”. Otro de raigambre histórica y movediza: “Ana se trocará cara cortesana”.

Y uno más que nos tele-transporta al celebérrimo cuento de la Caperucita y si amenazante y furibundo lobo: “avellanas Ana lleva”. 

Y así podemos seguir bordando palíndromos con la bellísima palabra Ana. Recuerdo que en alguna ocasión me preguntaron: “oye, ¿para qué diablos sirven los palíndromos?”

Y respondí “para qué sirve la Mona. Lisa”. Por eso quiero mucho a Nervo y a su Ana Cecilia: “santa inutilidad de la belleza”. ¡Ah!


gilpradogalan@gmail.com

  • Gilberto Prado Galán
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.