Palíndromos onomásticos

Laguna /

Siempre me han gustado los palíndromos onomásticos. 

¿Por qué? Porque entrañan o implican una alusión de índole personal. Recuerdo que, en el café Gijón, en Madrid, compartí con los comensales mi palíndromo o anacíclico “Acá Cela vale caca”. 

He hizo las delicias de mis cofrades españoles. 

Y recuerdo fervorosamente aquel hermoso palíndromo, soberbia aparte, de mi autoría “senil Inés”, por aquello de la vieja Inés. 

Hay muchísimos palíndromos onomásticos, por ejemplo éste que alguna vez regalé a Rafa Pérez Gay: “lea farsas Rafael”. 

Otros que no disimulan su retranca maliciosa: 

“Allá Ceci dice…, calla!” o, el que incluye Baltasar en Agudeza y arte de ingenio, ese libro-escuela como le apodó Octavio Paz: “Rey va Javier”, de escritura o grafía imperfecta. 

“Al Rubén une burla” o “Román es enamorado, da Román ese ramo” o, con la palabra rácano -sinónima de tacaño-, infrecuente entre nosotros: “Sol rácano dona Carlos”.

Recuerdo que, hace muchísimos años, fragüé uno que, creo yo, no tiene desperdicio “wow: acá Natalia baila tan acá: wow”.

También es retrógrado o anacíclico o palíndromo: “Aída Nadia”. ¡Uf! El de Pedro Páramo: “Allá cetro Pedro Páramo tomará por deporte, calla!”.

Y permítanme cerrar con éste que no disimula su linaje alburero y canalla: “Así Paco loca pisa”


gilpradogalan@gmail.com

  • Gilberto Prado Galán
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.