La salida al ruedo de Marcelo Ebrard como precandidato presidencial de Morena fue por todo lo alto. No sólo como precandidato asumido, sino como guionista de lo que debe ser el espectáculo sucesorio dentro del oficialismo.
Ebrard anunció que hará todo lo que debe hacer un candidato para ganar en la Encuesta que, según el guion del Presidente, determinará quién tendrá la candidatura de Morena.
Con tan poco cuidado como el propio Presidente por las leyes que prohíben los actos anticipados de campaña, Ebrard anunció que hará gira por los 300 distritos electorales del país, con el apoyo de 10 mil promotores.
No hubo precisión sobre cómo se financiarán las giras ni los promotores, pero sí un par de planteamientos atractivos y comprometedores respecto de otras cosas claves.
En primer lugar, Ebrard propuso que haya debates entre los aspirantes a la candidatura del mismo partido, asunto de rutina en contiendas democráticas de otros países, pero no en México, donde las elecciones primarias terminan normalmente a sillazos.
En segundo lugar, acaso más innovador, Ebrard pidió en su guion que los contendientes renuncien a sus puestos a la hora de la campaña y no puedan valerse de ellos para servir a su causa.
Es decir, que Ebrard no sería secretario de Relaciones Exteriores durante su campaña, ni Claudia Sheinbaum jefa de Gobierno de Ciudad de México, ni Adán Augusto López secretario de Gobernación, ni Ricardo Monreal coordinador senatorial de Morena, en el caso de que Monreal sea invitado a la contienda por la Encuesta.
Todo esto suena atractivo y democrático, y es desde luego el planteamiento más interesante que ha venido del campo de los precandidatos presidenciales de Morena.
La pregunta es si se trata de un guion acordado con el Presidente o de un guion independiente de Ebrard, quien busca alcanzar con él lo que le urge a los candidatos oficialistas: justamente un toque de independencia, aún si es una independencia pactada con el Presidente.
Si tuviera que apostar, apostaría a que Marcelo Ebrard se pasó dos rayitas de guion como maestro de ceremonias de la sucesión de Morena, y que el Presidente se las cobrará.
Héctor Aguilar Camín
hector.aguilarcamin@milenio.com