Manuel T., campesino pobre, propietario de 250 hectáreas de terreno inaccesible en los escarpados linderos del sur del país, decidió volverse criador de venados y defensor ecológico de su hábitat, luego de ser soldado raso en el Ejército y haberse buscado una vida mejor en la ciudad.
Volvió sin rango castrense a su pueblo, se afilió al partido de izquierda local, luego de que su familia, del partido oficial, le entregó las tierras inaccesibles que eran su patrimonio, a la vez parvo y enorme, y que buscaba aliados para activar.
Encontró a un joven empresario textil que había perdido su fábrica en el ciclo de apertura comercial de los años noventa.
El joven empresario había empezado a buscar nuevos horizontes en el turismo cinegético. Había sembrado venados en una vertiente montañosa, próxima a la propiedad de Manuel T., quien fue a verlo para decirle que quería también promover la fauna silvestre y proteger especies en extinción.
“¿Cuál especie en extinción te preocupa más?”, preguntó el empresario.
Manuel T. le contó entonces que, mientras él cumplía sus años en el Ejército, las tierras de su familia se volvieron codiciables para el vecino.
El vecino entró en amistad con el cacique obrero de la zona textil y luego, envalentonado, cortó el camino de paso que tenía la familia de Manuel T. rumbo a sus tierras. Exigió después a la familia de Manuel T. que le vendieran las tierras.
La familia se negó. Una mañana, el padre y dos hermanos de Manuel T. aparecieron muertos en un recodo del camino.
Manuel T. llevó a su madre a Ciudad de México, volvió a su pueblo, entró al partido de izquierda que se oponía al líder obrero y buscó la forma de entrar a sus terrenos, con un aliado a quien no pudieran emboscar.
Ese aliado, pensaba Manuel T, podía ser el empresario con el que hablaba, pues este empresario, en sus tiempos de textilero, había sobornado al líder obrero y el líder le debía favores.
“Yo soy la especie en extinción que quiero preservar”, dijo Manuel T. al empresario. “Quiero que usted sea mi socio y ahuyente a mis predadores”.
Historia escuchada en Tabacotla, Puebla, 27/XII/1998.