Andar como manifiesto político

Ciudad de México /

Hay muchas formas de andar en la vida, desde el poeta que va haciendo camino hasta el flâneur que se detiene en cada esquina a deleitarse con el día; desde el paso inseguro de los bebés en sus primeros “solitos” hasta el andar titubeante de las personas mayores, cuyos huesos débiles poco ayudan a su caminado.

Aquí no discuto ninguna de ellas, sino la vertiente política. Y por ella no me refiero a los manifestantes y sus marchas o a los militares y sus desfiles, sino a quienes salen a las calles y a la esfera pública a defender la causa peatonal, porque andar también es un manifiesto político.

Cuando haces del caminar una demanda para modificar los arreglos sociales que tienen a las ciudades en la situación actual estás haciendo política y, en México, a lo largo de la última década se ha gestado un movimiento ciudadano que, si bien no se reconoce expresamente como político en el sentido partidista, sí busca incidir en las políticas públicas con las que hacemos las ciudades hoy en día.

Y es imprescindible hacerlo cuando son las personas que andan a pie quienes mueren en los mal nombrados accidentes viales.

Esa epidemia mortal lleva décadas entre nosotros a pesar de que existen el conocimiento y la información para erradicarla.

Desde 2013 la OMS alertó de la necesidad de atender la seguridad de peatones en las calles cuando lanzó su guía Pedestrian Safety. En ella descalifica el concepto tradicional de los “accidentes viales”.

“Los accidentes de tráfico no deben ser aceptados como inevitables porque son, de hecho, predecibles y prevenibles… Reducir los riesgos por la velocidad, el alcohol y la falta de infraestructura segura es un objetivo político importante y alcanzable”.

Andar es un mandato biológico, lo he dicho antes. Estamos hechos para caminar, nuestra naturaleza es mover los pies y salir al mundo. Es el aprendizaje básico de la vida, junto con el habla, que se espera de un pequeño.

Las ciudades de hoy en día no invitan a caminar, a veces por sus banquetas en ruinas, por las altas temperaturas y la falta de árboles o sombra en el camino. Por inseguras o aburridas, por imposibles de andar, por estar llenas de obstáculos en las minúsculas aceras invadidas, aun así, por los automovilistas.

Cuando alzas la voz para protestar contra los automóviles que obstruyen, cuando demandas al cabildo o al presidente municipal que reparen las aceras, cuando exiges a los diputados que destinen presupuesto para obras peatonales, cuando andas en silla de ruedas reclamando infraestructuras inexistentes, cuando apuntas que los puentes antipeatonales sean reemplazados por pasos seguros, cuando traes a colación la perspectiva de género para identificar las calles mal iluminadas donde reina el acoso a las mujeres, cuando revisas los entornos escolares, cuando te sumas a los movimientos ciclistas en contra de las muertes viales, cuando logras llevar a la Constitución de tu país el derecho a la movilidad… estás haciendo política.

Y sí, andar a pie es un ejercicio político, se hace camino al luchar.

Héctor Zamarrón

hector.zamarron@milenio.com

@hzamarron


  • Héctor Zamarrón
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