El Hijo del Ahuizote entre ambulantes

Ciudad de México /

Es necesario abrirse paso entre marañas de puestos ambulantes, ya sobre la calle de Colombia, Centro Histórico, y de vez en cuando bajar de la banqueta invadida por mercancía amontonada, para luego seguir por el arroyo y otra vez sortear todo tipo de artículos, hasta llegar frente al número 48, dibujado en un reconstruido edificio cuyo portón se pierde entre carpas y parasoles gigantes.

Y todavía, después de examinar desde la acera de enfrente, dudar un rato y, vacilante, confirmar el domicilio, aunque existan dudas, pues más bien parece la puerta de una plaza comercial hecha al vapor —pero no—, incluido el remodelado frontis, cubierto por mercancía; y luego de pasar el quicio, entrar en una estancia pequeña, la estancia de la Casa del Hijo del Ahuizote.

Es el mismo lugar, reconstruido, de cuyo balcón los hermanos Flores Magón y otros personajes, el 5 de febrero de 1903, colgaron un letrero que titularon “La Constitución ha muerto…” Está en medio de un crespón negro. Del lado derecho de la foto aparece un texto. Dice el párrafo final:

La Constitución ha muerto, y al enlutar hoy el frontis de nuestras oficinas con esta frase fatídica, protestamos solemnemente contra los asesinos de ella, que como escarnio sangriento al pueblo que ha vejado, ¡celebren este día con muestras de regocijo y satisfacción!

El Hijo del Ahuizote.

Y allí mismo se muestran ejemplares de Regeneración, dirigido por Ricardo Flores Magón; sobre una larga mesa, asimismo, hay hojas de papel revolución con frases recién impresas, publicadas en ese diario:

“La pluma del periodista fue hecha añicos por el garrote del tirano. Fue una orgía de barbarie”. “Regeneración, 5 de noviembre de 1904”.

“La tiranía se arrancó la careta, despreció toda formalidad, desconoció todo respeto e indicó claramente que estaba decidida a acallar cuanta palabra de verdad surgiera, cuanto grito de justicia se levantara”. “Regeneración, 5 de noviembre de 1904”.

La Casa del Hijo del Ahuizote es custodiada por Diego, biznieto de Enrique, uno de los hermanos Flores Magón, del Partido Liberal Mexicano. Sus escritos se exponen aquí. Forman parte de casi treinta mil documentos e imágenes de la época.

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El Hijo del Ahuizote, publicación satírica de tendencia liberal, fue fundado y dirigido varios años por el poblano Daniel Cabrera Rivera, escritor, dibujante, periodista y editor, con ilustraciones de Daniel Olvera Medina. Entre otros. Este semanario tuvo su auge, y fue clausurado, durante los periodos gobernados por Porfirio Díaz.

Aquí también están el cliché del primer número de Regeneración, fechado el 5 de noviembre de 1904, en San Antonio, Texas, dirigido por Ricardo Flores Magón; como administradores, Enrique, su hermano, y Juan Sarabia. Lo imprimían desde el exilio.

En gavetas también se conservan agendas de Cabrera y la correspondencia entre Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón, así como del padre de estos, Teodoro, quien les escribía en tarjetas. Hay fotos de Juan Manuel Sarabia en la cárcel de Belén.

Algunas cartas de Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, de 10, 11 y 12 años de edad, están fechadas en 1887. En uno de los manuscritos, según se observa, Ricardo le dice a Enrique que se dedicará a las letras. Uno de los cuadernillos de Ricardo tiene Flores dibujadas con lápices de colores.

El predio donde se imprimía el semanario y Regeneración fue descubierto a partir de una fotografía del edificio, mismo que estuvo abandonado muchos años; fue ocupado por indigentes y luego cedido por las autoridades a comerciantes ambulantes.

La fotografía de la fachada apareció en una colección de correspondencia de Enrique Flores Magón, bisabuelo de Diego, de modo que investigaron el sitio y promovieron su rescate para que funcionara como museo.

El siguiente paso fue negociar con el Gobierno del DF y otras personas para reconstruir el frontis y ocupar una parte del inmueble para la Casa del Hijo del Ahuizote. El resto fue destinado para comerciantes que vendían en la calle.

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En aquella época aquí se imprimía el periódico, dice Diego. Era un taller artesanal donde colaboraban operarios de la imprenta, editores, e incluso en algún momento, en 1902, instalaron la oficina, de modo que la administración, la redacción, la composición, la impresión y hasta la distribución del periódico El Hijo del Ahuizote se hacían en la planta baja de este edificio, en el cuarto que da a la calle, donde era el taller.

—¿Cuál era el perfil de El Hijo del Ahuizote?

—Desde su fundación, en 1885, nació para oponerse al gobierno de Porfirio Díaz y que yo identificaría con tres causas fundamentales: una, el respeto a la garantía de la libertad de expresión, que no era respetada bajo el Porfiriato; dos, era un periódico muy anticlerical, y tres, tenía una vocación democrática frente a la dictadura y contra la reelección.

—Y más…

—Otro punto muy importante es que se publicaban caricaturas que hacían sátira política de todo el gobierno, pues practicaba el disentimiento y la oposición en una época muy autoritaria e intolerante a cualquier otra forma de oposición; por lo tanto Daniel Cabrera sufrió varias prisiones que quebrantaron su salud a lo largo de los años.

—¿Desde cuándo circuló El Hijo del Ahuizote?

—Con sus pausas y sus periodos, en suspensiones por la prisión y decomisos de la imprenta, se publicó desde 1885 hasta 1903, cuando fue clausurado de manera definitiva; Ricardo Flores Magón lo arrendó en 1902 y lo dirigió, junto con Juan Sarabia, en los últimos meses de vida del periódico, hasta 1903. Es lo que hace que la historia de El Hijo del Ahuizote sea fascinante. Pero su camino se cruza con el primer movimiento revolucionario del siglo XX, con Ricardo Flores Magón, y eso lo hace único absolutamente.

—¿Y a partir de ahí él lo dirige?

—El periódico es clausurado de manera definitiva en 1903, de una forma totalmente arbitraria, pues un juez prohíbe que los redactores publiquen en cualquier otro lado y eso es anticonstitucional; promueven un amparo, que pierden, y deciden ir al exilio; para finales de 1903 estaban en Laredo, Texas, y hasta noviembre de 1904 consiguen reunir los recursos para instalar una nueva imprenta y volver a publicar Regeneración, en San Antonio, Texas.

—¿Y ustedes cómo llegan aquí, cómo lo descubres?

—A partir de una fotografía emblemática que nosotros llamamos La Constitución ha Muerto: el 5 de febrero de 1903, los redactores del periódico, entre ellos Ricardo y Enrique Flores Magón, mi bisabuelo, salieron a la fachada a colgar una manta que decía “La Constitución ha muerto”; esa foto se conserva entre los papeles de Enrique, nosotros la conocemos como tal, de esa manera, y a partir de la foto, que indica el domicilio actual del edificio, venimos a buscarlo, lo identificamos y promovimos su rescate.

Es un periodo de la historia de México, ahora resguardado en el número 42 de la calle Colombia, al que se llega entre un abigarrado comercio ambulante que cubre esta parte del Centro Histórico de la Ciudad de México.

El mismo lugar donde hay miles de documentos digitalizados y originales, y donde muy pronto estarán otros papeles no conocidos de quien fuera esposa de John Kenneth Turner, el autor de México Bárbaro, muy ligada ella al Partido Liberal Mexicano.

  • Humberto Ríos Navarrete
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