Hace 500 años fue construido el Hospital de Jesús por orden de Hernán Cortés. Desde entonces no ha dejado de funcionar, ni en las peores crisis de inundaciones, ni durante los sismos que han sacudido a la capital del país. Al contrario, sus gruesos muros han servido de refugio.
No solo eso: los restos del conquistador están resguardados en el lado izquierdo del altar del templo Jesús Nazareno, anexo al predio donde se alza el histórico centro de salud, ahora un poco disminuido en clientela debido a la pandemia, aunque los directivos esperan que se normalice.
Y aún más: hay dos murales donde se reconstruye el encuentro entre el conquistador y el emperador Moctezuma, celebrado el 8 de noviembre de 1519, cuando el visitante arribó a la Gran Tenochtitlán con sus soldados, procedente de lo que es ahora Iztapalapa.
El Hospital de Jesús, el primero como tal en ser construido en el Continente Americano, está entre la avenida 20 de Noviembre y las calles República de El Salvador, Mesones y Pino Suárez.
Es una construcción de gruesos muros que ha resistido el paso del tiempo y las adversidades de la naturaleza.
Por eso este antiguo inmueble, rodeado del tradicional ajetreo de la zona, sin que esto llegue a su interior, parece estar camuflado por inmuebles anexos; pero solo es cosa de adentrarse y descubrir sus jardines y los intactos muros cimentados con una mezcla de arquitectura renacentista y racionalista.
En sus inicios era conocido como Hospital de la Pura y Limpia Concepción, pero con el tiempo solo quedó como Hospital de Jesús, regido por un patronato; la plantilla es de 130 trabajadores y 62 médicos.
En este hospital hay servicios de ortopedia y traumatología, cirugía general, pediatría, cardiología, medicina interna, nutrición, medicina física y rehabilitación, también oncología y ginecología.
Cada año ofrece alrededor de 15 mil consultas de diversas especialidades y estudios, informa el doctor Octaviano Rosales Serafín, presidente del Patronato del Hospital de Jesús, quien sustituyó a sus colegas Julián Gascón Mercado y Ramón Lares, fallecidos hace poco.
El doctor Pedro Álvarez Sánchez, vicepresidente del Patronato—Institución de Asistencia Privada, donde la consulta es 400 pesos—, llegó aquí el año de 1976, como estudiante de Medicina en la UNAM, por lo que conoce al dedillo la historia de este sitio histórico.
La historia “es apasionante”, comenta Álvarez, porque hablar del hospital, “es prácticamente hablar de la nación, ya que este hospital fue el primero de América en ser construido, y la persona que lo fundó es el conquistador Hernán Cortés”.
Continúa en su descripción.
“Estamos en en uno de los patios de lo que es el viejo y antiguo hospital. Es la parte histórica. Hay que tomar en cuenta que el hospital, una de las primeras instituciones de esta nueva nación, se formó con la conquista española, el México-Tenochtitlán”.
Y a unos pasos, ya en el exterior, está el templo de Jesús Nazareno, donde se localiza la tumba de Hernán Cortés, que forma parte del predio del Hospital de Jesús, mismo que aún conserva su arquería colonial, sus sólidos muros y su escalera principal, que, según lo describe el escritor Sigüenza y Góngora, “era la más hermosa” del Virreinato.
Cuando se le pregunta por los restos del conquistador, el doctor Álvarez pide a un vigilante abrir el portón de metal y dirige sus pasos hacia la esquina de avenida Pino Suárez y República de El salvador, donde en 1519, relata, era un solar llamado Huitzilán, que en náhuatl significa “lugar de colibríes”, donde Cortés y Moctezuma se ven las caras por primera vez.
Aquí, en esta esquina, hay un mural alusivo al hecho realizado hace pocos años, con motivo del encuentro amistoso que hubo entre descendientes de Hernán Cortés y de Moctezuma.
Este el sitio histórico.
Hernán Cortés, que venía del sur, y Moctezuma, del norte, se ven por vez primera, e intercambian algunos presentes, sobre todo Moctezuma a Cortés, “y podemos ver aquí cómo fue el encuentro”.
Es decir, cómo, supuestamente, se concibe el encuentro entre dos culturas, ambos ataviados con sus trajes y acompañados de sus soldados.
—¿Fue en realidad un encuentro amistoso?
—Al principio fue un encuentro amistoso, casi, casi diplomático, lleno de curiosidad por ambas partes, con cierto misticismo.
El doctor Pedro Álvarez Sánchez hace una reconstrucción a partir de lo que ha leído al respecto. No es historiador —niega con una sonrisa como respuesta a una pregunta— y sin embargo se ha documentado lo suficiente en el transcurso de los años de trabajar aquí.
“Venía Hernán Cortés, caminando, del oriente, rumbo a lo que sería el centro de Tenochtitlán”, continúa Álvarez.
“Moctezuma lo ve exactamente aquí, en la esquina, en Huitzilán; hay murales, uno aquí y otro en el hospital donde se demuestra de manera pictórica en encuentro”.
—¿Cómo se describe a Moctezuma?
—Más que receloso, diría yo, con cierto escepticismo, porque dice la historia que Moctezuma, en un principio, pensaba que Cortés era Quetzalcóatl, o sea, veía a Hernán Cortés como un dios, y tal vez sea esa la explicación por la cual le dio un buen recibimiento y lo alojó en su palacio, aunque con unos escépticos Caballeros Águilas, sus guerreros.
Lo cierto es que Cortés ordena construir el hospital, cuya entrada principal es por 20 de Noviembre. Al fondo, a la izquierda, la oficina del doctor Octaviano Rosales Serafín,
En la antesala de la amplia oficina de Rosales hay fotos de personajes que han visitado el hospital, como Adolfo Ruiz Cortínez, presidente de México de 1952 a 1958, y otros tantos.
Ya en el interior de las oficinas hay varias pinturas. Entre ellas las de Hernán Cortés, con su traje de gala, y la de su primogénito Martín, además de imágenes religiosas.
—¿Qué significa este hospital?— se le pregunta a Rosales.
—Pasó a la historia de la medicina. Es un legado de Hernán Cortés. Es un hospital no lucrativo que afilia a clases sociales medias, media baja y bajas, con una cuota de recuperación muy cómoda para el paciente y las consultas son de alta especialidad. Con eso se da calidad y calidez para el derechohabiente y al pueblo de México.