Con cierta mesura empieza la nueva normalidad en Ciudad de México. En un lugar de la alcaldía Álvaro Obregón, de las cinco demarcaciones con más adicciones entre jóvenes, un grupo de niños y niñas cabriolea al ritmo de rap sobre una alfombra, bajo la conducción de Jesús Núñez, de 32 años, quien comenzó bailando a los 14 en la ciudad de León, Guanajuato.
Podría decirse que Núñez, conocido en el ámbito del hip hop mexicano como Bboy-Kodacho, poco pediría a un bailarín del Bronx o el Brooklyn de Nueva York, donde ese ritmo de contorsiones nació durante la década de los 70 y a partir de entonces forma parte de cultura que se extendió. Allá están las raíces y acá sus seguidores que presumen de su audacia.
Kodacho, rodeado de sus alumnos, usa una mano como eje para girar el cuerpo sobre la alfombra de plástico, y, después de convertirse en un remolino, arquea la espalda, se para de manos, da vueltas y cae de pie, para luego dar una señal de relevo; enseguida, un chamaco enclenque le hace segunda y éste se convierte en una pluma que rueda.
Los aplausos resuenan.
Es parte de las prácticas que empieza con una serie de ejercicios donde participan niñas y niños que asisten todos los viernes.
Al fondo del callejón, un par de viejos zapatos, colgados de la maraña de cables, apenas se balancea de con el aire.
Es parte del escenario natural en esta zona en la que abundan vericuetos, ondulaciones y escaleras angostas. Este pequeño espacio, situado en la colonia Segunda Cerrada Ampliación Presidentes, es suficiente para la práctica de esta popular danza que se extiende hasta los barrios.
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La directora general Contra las Adicciones de la alcaldía Álvaro Obregón, María José Martínez Ruiz, acepta que esta demarcación está entre los primeros cinco lugares de consumo de alcohol y drogas en Ciudad de México, lo que obligó a las autoridades crear un programa de trabajo para brindar diferentes alternativas de atención.
—Lanzamos la campaña Encuentra tu adicción, no solo están las drogas. Es una campaña no prohibitiva –aclara-, pues reconoce la existencia de las drogas; que reconoce que los niños y adolescentes van a decidir, pero que decidan de manera informada, con una gama de ofertas de actividades que son atractivas y que les puede llamar la atención.
—¿Como cuáles?
—Como el breaking y aprendiendo un oficio como la barbería, aprender a hacer tatuajes, rimas y cantar rap. Nos fuimos por todo Álvaro Obregón para saber qué actividades les gustaban a los chicos y ubicamos entre 10 y 12 talleristas de la propia alcaldía, expertos en esas disciplinas.
María José Martínez Ruiz asegura que Álvaro Obregón es la única de las 16 alcaldías que tiene una dirección como la que ella encabeza, y de paso anuncia que ya viene la segunda etapa.
—Y es que lo los jóvenes y adolescentes necesitan tener esas ofertas disponibles –opina-, y no nada más decirle “no te drogues, te hace mal”, sino darles otras alternativas que les produzcan placer, alegría, adrenalina, que los motive a hacer algo diferente.
Y durante sus recorridos detectaron a niños ávidos de participar en algunos oficios, como aprender cortes de cabello, de modo que iniciaron talleres de barbería. Uno de los maestros, Óscar Patiño, ha impartido clases a poco más de 60 adolescentes. Dice que algunos ya tienen trabajo.
Patiño también imparte taller de break-dance una vez a la semana, como lo hace aquí, en la barbería, “donde se arma una buena vibra”, pero pide más tiempo, pues recuerda que cuando él empezó practicaba todos los días. Por eso habla de constancia y disciplina.
El taller de barbería es impartido al aire libre, en lo alto de la colonia Segunda Ampliación Presidentes, una zona a la que se llega después de un largo recorrido entre culebreos de calles maltrechas.
Asisten alrededor de cinco alumnos y sus respectivos “clientes”, a quienes cortan el pelo bajo la supervisión de Patiño, que rasura a otro adolescente con la idea de que observen sus alumnos.
—Vas a empezar con la baja- sugiere Patiño a José Guadalupe Morales, refiriéndose a la máquina.
—¿Cuál?
—La cero.
—¿Ya viste en dónde está?
—Sí, se ve chida.
José Guadalupe, de 13 años, le corta el pelo a su amigo Alejandro Ramírez, de la misma edad, quien trae una bata estampada con el nombre de una marca de vaselina: Suavecito.
—¿Está bien así, profe?
—Ahí vas- responde Patiño.
Están en la calle de Rosa Castilla, colonia Alfonso 13, “pasando por la taquería La Lupita”, según habían indicado la dirección.
De esta clase, en medio de un ambiente festivo, sobresale José Guadalupe, quien comenta que de adulto quiere poner su propia barbería.
—¿Qué tipo de corte te gusta hacer?
—De todo lo que me digan yo lo hago- dice muy seguro quien, sin dejar de sonreír, se entrena con un amigo de la misma edad.
—¿Ha habido errores?
—Bueno-acepta-, todos tenemos errores.
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El equipo de María José también encontró que una de las actividades que más llamó la atención entre niños fue el break-dance. Entonces llegaron hasta lo más alto de las colonias, donde Jesús Núñez enseña este baile.
—Lo que hago es el arte del breaking y eso les enseño a bailar para que coordinen el lado derecho, el lado izquierdo, porque todo esto es coordinación de hemisferios derecho-izquierdo. La danza es mucha acrobacia, mucha salsa, mucha fundación de lo que es el break.
“Estoy aquí –agrega Núñez- , con este mensaje, para que los niños se salgan del vicio, del ocio, y que tengan otra escapatoria; el baile les puede ayudar mucho en su condición física, tu condición mental y en el desarrollo personal. Esto también lo vengo desarrollando en clases privadas a un grupo de jóvenes en Coyoacán”.
Dice Kodacho que su afición empezó como un hobby, “porque tú quieres aprender”, y “fui de los primeros bailarines en León, Guanajuato”.
—¿Y cómo responden los niños?
—El baile es como un imán para ellos. Dan vueltas de carro, hacen un arco y se paran de mano. Es un talento nato que tenemos todos, pero muchos no lo explotan. Entonces los niños dicen: “Hey, yo también me puedo parar de manos”. Y es cuando dices: “Ah, pues quieres aprender”.
—Y hay muchos.
—Sí, ahorita, las nuevas generaciones empiezan con más ganas, a diferencia de cuando yo empecé, hace 18 años, pues para ir a bailar no era tan fácil: no iba un maestro que te traía una alcaldía.
—¿Y ahora?
—El mensaje lo dice todo: “estudia, mejor estudia, mejor trabaja, mejor pinta, mejor canta…”
Y muestra un letrero en su playera: “Mejor baila”.
Y se echa hacia atrás.