La Policía de Investigación ya husmea sus pasos. Es una banda de presuntos trans que extorsiona y golpea a transexuales y sexoservidoras sobre la calzada de Tlalpan. La persona que los dirige usa peluca y asegura ser heredera de un sujeto cuya muerte hace dos años había hecho respirar con tranquilidad a víctimas que se acostumbraron a pagar derecho de piso.
Entonces llegó la pandemia y con esta una aparente calma sobre esa extensa avenida, donde pocos continuaron chambeando. Las entradas económicas bajaron, pues los paralizó el miedo a ese virus que no dejaba de azotar. Por eso la organización Brigada Callejera, dirigida por Elvira Madrid, lanzó una alerta y se solidarizó con la comunidad.
Los delincuentes, armados de bates, aporrean a quienes no cooperan, mientras ellos se protegen en la oscuridad y la impunidad y lanzan amenazas como preámbulo de sus acciones. Son los otros virus que devastan en alcaldías Cuauhtémoc y Benito Juárez.
El rostro del verdugo que depreda en esa comarca, donde pregona ser heredero del cacique muerto, tiene cierto parecido con el actor Danny Trejo, según retrato hablado, pero con el pelo suelto y de aspecto afeminado.
“Se maquilla mucho y usa peluca”, lo han descrito algunos testigos, y ha sido visto frente a la estación Villa de Cortés del Metro, aunque su dominio se extiende más allá de ese punto.
“El que se viste de mujer”, según otra descripción, era el segundo del que cobraba doscientos pesos diarios a sexoservidoras, quienes creyeron que a su muerte se habían librado de él, pero apareció el lugarteniente, ahora como líder de Las Barbies, integrada esta banda por unas veinticinco personas, quienes recorren la calzada de Tlalpan; aunque a la hora de actuar lo hacen entre cinco y seis, quizás para no llamar tanto la atención.
Así inició el terror.
Y también arrasan con clientes, “desde sus cosas personales hasta sus vehículos”, luego de que algunas de sus cómplices ofrecen servicio.
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A los testimonios contra madrotas y extorsionadores, incluida la banda que usa bates para intimidar y golpear, se suman denuncias ante la Fiscalía de Investigación de los delitos de Trata de Personas.
“Exigimos que las autoridades le den seguimiento a las carpetas de investigación porque hay mucha discriminación hacia las compañeras trabajadoras sexuales cisgéneros y transgénero”, advierte Elvira Madrid.
Más indicios revelan que el nuevo azote apareció sobre Talpan durante el pasado diciembre; otros testimonios revelan que fue poco después de la muerte del líder, pero algunas víctimas, para no tener problemas, accedieron. Los extorsionadores no dan tregua ni con la pandemia.
Y en caso de que se nieguen a pagar, “el que se viste de mujer”, así conocido el heredero en jefe de la banda, amenaza “con traer hombres que también se dedican a robar”; varios de ellos, “parejas de los transexuales” que forman el grupo denominado Las Barbies.
Las amenazas arreciaron contra quienes se negaban a pagar; no sucedió lo mismo con las recién llegadas, pues ellas daban por hecho que así era la cosa. “La que se viste de mujer” llegaba acompañada de cómplices y amenazaba con “romper la madre, por no pagar tu día para trabajar”.
—¿Qué más decía?
—“Te voy a matar y vas amanecer en el pinche canal”.
Algunas trabajadoras sexuales optaron por migrar a lugares donde no las molestaran; otras decidieron quedarse y se movían en calles aledañas cuando aparecía “al que se viste de mujer”.
Y eludían al depredador.
Pero ya no pudieron más.
“El problema es que no hay trabajo”, declaró una sexoservidora, “yo estoy haciendo por día solo un servicio; y si bien me va, dos”.
—¿Y cuánto cobras?
—Entre 220 y 300 pesos por cada servicio; entonces, si yo doy cuota para que me deje trabajar, que son doscientos pesos, prácticamente ya no me quedo con nada.
Pero el jefe o jefa de la banda no entiende de razones. Lo confirmaron algunos testigos una noche de junio pasado.
El delincuente bajó de un carro, acompañado de otros cuatro; primero, para demostrar que otras están bajo su control, cobraron doscientos pesos a dos sexoservidoras; después, fueron con quien ya se había negado a “cooperar”. Esta vez se volvió a negar, pero ahora el jefe de Las Barbies cumpliría las amenazas y entonces llovieron los golpes.
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El jefe de la banda se dirigió a la renuente sexoservidora y le dijo que no podía estar ahí, pues había perdido su lugar, por no ir todos los días, a lo que ella respondió que banqueta era de todos.
“No te hagas pendeja, vas a tener que pagar los doscientos pesos”, advirtió el jefe de la banda, pero la mujer argumentó que ella podía estar en cualquier parte, pues la calle es libre.
Fue cuando ella lo vio venir con un bate en la mano derecha y comenzó a golpearla; de inmediato la mujer pudo cubrirse el rostro con el brazo izquierdo, sobre el que recibiría varios golpes seguidos.
Después, el agresor, sin compasión, golpeó el glúteo izquierdo de la mujer, quien para entonces ya no podía defenderse, y en medio de la paliza escuchó una advertencia:
“Esto es para que veas que yo soy la que mando”, advirtió quien tiene algunos rasgos similares a Danny Trejo, y le propinó el último golpe en el glúteo derecho, para luego abordar su carro, al que se subió una cómplice.
Los demás, que aguardaban en sus autos sobre calzada de Tlalpan, aceleraron atrás de quien “se viste de mujer”.
La víctima, adolorida del brazo izquierdo y los glúteos, accionó el botón de pánico, donde también hay una cámara de seguridad; le dijeron que enviarían una patrulla, misma que llegó a los quince minutos, pero los patrulleros le dijeron que no podían hacer nada por ella.
De nueva cuenta presionó el botón y llegó una segunda patrulla y luego una tercera, cuyos conductores insistieron que tenía que ir por sus propios medios a la alcaldía Benito Juárez.
La mujer, como pudo, llegó al hospital Rubén Leñero, donde le diagnosticaron fractura en el brazo izquierdo y dijeron que necesitaba cirugía. “Tengo miedo, mucho miedo”, dijo la mujer.
Humberto Ríos Navarrete