Su nombre es Alejandro Balderas, pero se presenta con el alias de Álex Bruckner, en honor a un intérprete cuyo talento descubrió un día que compraba discos en la Zona Rosa.
Y supo que era parte de lo que había aprendido como estudiante de la Secundaria Técnica número 31, de la que se sumaría al semillero como integrante de la banda musical.
Había subido a la cresta de la ola con sus primeros pasos aprendidos en dicha escuela y de ahí brincaba a instituciones de nivel superior, de las que saldría como experto en varios instrumentos, destreza que lo ha situado en la escena musical de vanguardia, mientras muestra sus habilidades en conciertos con las intérpretes Natalia Lafourcade y Carla Morrison.
En algunos escenarios se le puede cuando se lleva parte de la noche al ejecutar el saxofón en memorables conciertos.
Y la pasión que imprime contagia a los integrantes de la banda, al mismo tiempo que inyecta energía para que el concierto salga redondo.
Y ahora Álex está aquí, donde estudió la secundaria, como otros compañeros de aulas; donde aprendieron sus primeras notas en la banda escolar, para después seguir sus estudios y convertirse en destacados integrantes de sinfónicas y agrupaciones musicales.
Lo curioso es que de adolescente Alejandro Balderas juraba y perjuraba que su intención original era estudiar ciencias políticas, “pero cursé los tres años y me enamoré absolutamente de la actividad musical, y terminando la secundaria hice la audición para el Conservatorio Nacional de Música”.
Fue en 2003 cuando salió de esta escuela e ingresó al conservatorio, donde había un plan de estudios de 10 años.
Después fue becario de la sinfónica Carlos Chávez y de ahí pasó a la Escuela Superior de Música. Participó en diferentes agrupaciones de música popular.
De 2007 a 2016, formó parte de la agrupación Torreblanca, un grupo de rock, pop y alternativo.
—Nueve años— se le comenta.
—Nueve años —repite con un suspiro—. En ese período tuve oportunidad de conocer a personas como Natalia Lafourcade y formé parte de su banda en distintas ocasiones. También conocí a Carla Morrison y formé parte de sus discos y otras veces de su banda; después conocí a Mon Laferte, que comenzaba, y participé en su disco La Trenza; y estuve con ella en vivo.
—Y qué instrumentos tocas, además de la flauta— se le pregunta, luego de escuchar y verlo acompañar con ese instrumento a la banda de música de la escuela, poco antes de ser entrevistado.
—Yo estudié flauta, pero la vida me llevó a lo que ahora llaman multi instrumentistas: personas que tocan uno, dos, tres o más instrumentos…y en 2010 entré a hacer teatro musical por primera vez.
—Y ahora estás aquí en tu secundaria…
—Sí, secundaria pública
—Y además muy peculiar, ¿no?
—Sí, y debo decir que en esta escuela siempre tenemos la asignatura de artísticas; además, la puedes cubrir con la banda, que no es un taller extraoficial— responde quien estudió de 2010 a 2015 en esta escuela, a la que ha visitado de manera frecuente, pues ha sido maestro y vecino.
—¿Eres nostálgico?
—Muy nostálgico, pues ver cómo han mejorado las instalaciones porque a mí me tocó llegar cuando el salón de música eran los vestidores.
Otro egresado de esta escuela es Héctor Alejandro López, de 48 años de edad, quien tiene más de tres décadas de haber egresado de la secundaria.
López ha estado en varias orquestas sinfónicas, entre ellas la que lleva el nombre de Carlos Chávez; siempre con su tuba que le costó 150 mil pesos.
Se le pregunta su sentir por haber egresado de una escuela que ha sido semillero de músicos. “Para empezar yo creo que dedicarse a la música ya es un privilegio”, responde Héctor Alejandro, mientras sostiene como a una criatura su inmenso instrumento musical.
—Para empezar…
—Sí, claro, porque la música nos hace mejores seres humanos.
Y para quienes quieren dedicarse a la música, comenta Héctor Alejandro, aquí es un buen punto de partida para encontrar su camino.
“Ya sea para música popular — agrega— o para música académica, que se le dice, o las dos, por qué no; y sí, es un semillero, pues conozco a muy buenos músicos que han salido de aquí y que aman a la banda y reconocen que aquí fue su comienzo”.
—¿Cuánto tiempo tiene que no venías?
—Desde que salí de la secundaria, ja,ja, pero sigo a la banda por redes sociales. Sí, salí en el 91, haga cuentas, ja,ja,ja.
—Y qué sentiste, cuál fue la diferencia.
—Estoy emocionado. Es otra Banda, otra gente, es otra escuela; aunque está muy cambiada, está la esencia de lo que fue y de lo que representa.
—Y además encuentras a la maestra Luz, quien los convocó.
—Sí, claro, y además tenemos tantos conocidos en común. Estoy orgulloso del trabajo que está haciendo y que la banda siga aquí.
—Cincuenta años.
—Nada más; se dice fácil, pero no es cualquier cosa.
Lo escucha la directora de la escuela, Luz del Carmen Pastor Monterde, quien cursó aquí la secundaria en los años 80 y de aquí se fue a cursar en el Conservatorio Nacional de Música, donde se especializó en violonchelo, para después, en 1999, regresar como docente y seguir con el proyecto musical.
Desde hace dos años y medio es directora, un puesto desde el que impulsa a la banda y las instalaciones donde ella jugó y aprendió.
—Qué siente haber sido alumna de esta escuela; después, docente y más tarde ascender como directora y encabezar los primeros 50 años de la banda a la que perteneció?— se le pregunta a la violonchelista que dirigirá la banda el próximo 12 de julio en el Teatro Ferrocarrilero.
—Un compromiso que cumplir: colocar la cereza del pastel y la oportunidad de darle cierre a mi ciclo.
Responde y sonríe.