Milpas chilangas y elote cacahuazintle

Ciudad de México /

Familias de Luis Alberto Valdez Morales, originario de San Miguel Topilejo, un pueblo perteneciente a la alcaldía Tlalpan, lucharon con el general Emiliano Zapata, quien venía de Morelos; otros parientes militaron en la Confederación Nacional Campesina, CNC, y defendieron a productores de maíz en esta parte de la ciudad donde la milpa reverdece, ahora “sin químicos”, con lo que ejidatarios y comuneros evitan dañar el subsuelo y envían un mensaje de confianza a los consumidores.

Este hombre, de 39 años, es parte de la tercera generación de una familia que cosecha elotes en esta zona rural, donde más del 80 por ciento del territorio es de conservación. “La principal base económica de nuestro pueblo es el maíz cacahuazintle o el elote cacahuazintle”, dice un orgulloso Luis Alberto, quien de niño salía de la escuela y ayudaba a sus padres en labores del campo, de manera especial en la siembra de maíz y lavado de zanahoria, ahora también cosechados por él y sus hermanos.


En el paraje La Fosa, de San Miguel Topilejo, está la propiedad de Antonio Valdez Betancourt, padre de Luis Alberto, cuyo abuelo materno, Guillermo Morales, fue integrante de la Vieja Guardia Agrarista, mientras que sus bisabuelos, Miguel Morales y Félix Valdés, se unieron a las filas del Caudillo del Sur, cuyo lema fue Tierra y Libertad.

Y es don Guillermo Morales Rosas quien en 1985 propone la primera Feria del Elote, para lo cual remite invitaciones a cada uno de los 16 delegados de la capital, pero entonces se produjo el temblor y suspendieron la festividad, misma que fue celebrada el año siguiente. Con esto, Morales pretendía dar a conocer que la zona sur de la ciudad era productiva.


Y logró su objetivo.

Desde entonces celebran la Feria del Elote; pero esta vez, por segundo año, será suspendida por la emergencia sanitaria; no así, por supuesto, la distribución del producto a domicilio y entre Las señoras eloteras, recalca Luis Alberto, pues gracias a ellas se vende el elote cacahuazintle.


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“Cuenta mi papá que mi bisabuelo Félix Valdez le decía que lo único que le había dejado la Revolución eran unos perdigones en su espalda”, relata Luis Alberto, quien con sus hermanos Marco Antonio, Alejandro y Monserrat maneja la cooperativa familiar.

—Eres descendiente de revolucionarios.

—Sí. De hecho estamos investigando si mi bisabuelo Miguel Morales, que escribía muy bien, fue uno de los que ayudó a redactar el Plan de Ayala.

Dice Luis Alberto que su madre, Berta Alicia Morales Paredes, es de padres zacatecanos, aunque creció en el Distrito Federal.

—¿Y ustedes qué hacían cuando eran niños?

—Pues entre la escuela y el campo, principalmente en la cosecha de la zanahoria y el elote. De hecho, mi padre fue uno de los productores que impulsó la lavadora de zanahoria en los años setenta y ochenta.


—De niños ayudaban.

—Sí, en la casa se lavaba la zanahoria y nos poníamos a juntar todas las que caían y las hacíamos jugos y guisados. Muy pequeños nos asociamos al campo. También con el ganado. Principalmente con mi abuelo Heleodoro. Por él era el que nos llevaba a regar abonos a las plantas.

—¿Cómo surge la feria del elote?

—Mi abuelo Guillermo quería demostrar que la Ciudad de México tenía producción en la parte sur, que es Tlalpan, entonces fue que en1985 se hicieron invitaciones a cada uno de los delegados; pero el temblor truncó todo.

Y fue hasta 1986 que se llevó a cabo. “Las Señoras eloteras se peleaban sus espacios —es un decir—para poder vender elotes de maíz cacahuazintle de Topilejo”.

—¿Cuál es la diferencia de este maíz con otros?

—Que el criollo es de diente delgado y un poco más insípido; y el cacahuazintle de Topilejo se caracteriza por ser muy dulce y de grano grueso.

—Y ahora sin químicos.

—Sí, desde hace dos años, y es bueno enfatizar esa parte, porque son prácticas orgánicas, libre de químicos. En esto la jefa de Gobierno, la doctora Claudia Sheinbaum, nos ha ayudado mucho para impulsar esa práctica.

—Y sigue la mata dando.

—Sí, ayer precisamente fuimos a entregar a Huipulco, a la Prepa 5 y al Estadio Azteca. Hacemos entregas a domicilio. Mi hermana maneja las redes sociales de la cooperativa que tenemos. Es elemental mencionar a las Señoras eloteras y que estamos impulsando un mercado agroecológico.


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El elote cacahuazintle se distribuye en Ciudad de México. De esto se encargan los propios cultivadores y las multicitadas Señoras eloteras, así conocidas las mujeres que lo comercializan ya sea hervido o asado, en esquites o chileatole, como tamales o pan.

—Este sería el segundo año seguido que no celebran el festival.

—Por desgracia —comenta Luis Alberto Valdez Morales— la pandemia nos ha truncado muchas cosas. Una de ellas es la Feria del elote, que como tal era un canal de promoción de nuestro producto hacia la Ciudad de México y para visitantes de la República mexicana.

Es tradición que en la Feria se presenten grupos musicales de Ciudad de México y de los estados de Morelos y Guerrero; todo, con la finalidad de animar a los asistentes que consumen este producto cultivado por ejidatarios y comuneros que siembran alrededor de 700 hectáreas de maíz cacahuazintle, maíz azul, blanco y amarillo.

La cooperativa de Luis Alberto y su familia cosecha alrededor de ocho mil elotes por hectárea en cada temporada, con la ventaja de que su producto está libre de químicos, una práctica que los productores impulsan con ayuda del gobierno de Ciudad de México.

“Desde hace dos años traemos una práctica de manejo responsable, porque nosotros también comemos nuestros elotes, nuestro maíz; entonces decidimos ya no aplicar químicos”, destaca Luis Alberto.

—¿De qué hacen el abono?

—Principalmente de puerco, de res, de borrego. Eso lo transformamos en bocashi, que lleva una combinación de carbón, harina de piedra y melaza, y también levadura. Todo eso se va revolviendo y tiene un cierto periodo de cocción. Todo ese fertilizante lo aplicamos a la tierra.

A la orilla de la carretera hay varios puestos en los que venden elotes verdes, hervidos y asados, esquites, tamales y panqués.

La señora Leticia Retana Juárez, con 36 años de vender, se apura a rebanar con cuchillo un tierno elote.

Dice que siempre venden elotes, ya sea el de temporada, de esta zona, o en tiempos de secas, traído de Morelos.

“Vendemos elotes hervidos, asados, esquites, tamales, pan, flan. Todo lo referente al elote”, enumera la señora Retana mientras rebana los elotes cuyos granos caen en cascadas sobre una charola.


La asisten sus cuatro hijos, tres hombres y una mujer. “Ellos son los me ayudan a hacer el pan, los esquites, los tamales, los elotes”.

—¿Y cómo les va?

—Pues ahorita, con la pandemia, bajó un poquito, pero gracias a Dios ya tengo mis clientes, no me quejo; siquiera para la comida sale.

La cosecha del elote cacahuazintle —elotitutl en náhuatl— es la base económica del pueblo de San Miguel Topilejo, uno de los mayores productores de esta mazorca densa, de grano blanco, tierno, dulce y jugoso que venden Las señoras eloteras en Ciudad de México.

Humberto Ríos Navarrete


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