Morell, el saber y los reclusos

Ciudad de México /

Desde niño se interesó por la actividad cultural, la teatral en particular, que fortaleció en secundaria y preparatoria, hasta ingresar a la facultad de Derecho de la UNAM, donde divulgaba información sobre derechos humanos; luego, al estudiar criminología, ahondó en conceptos de reclusión y libertad.

Arturo Morell, director y productor de teatro y cine, especializado en temas sociales, prefería la trinchera independiente, hasta que, después de casi 30 años de tenaz andadura, aceptó el puesto de agregado cultural de México en Miami, y más tarde la Dirección de Reinserción de Ciudad de México.

Diplomático, guionista, poeta y autor, entre otras obras, de Alquimia y transmutación: mujeres presas dentro y fuera de la cárcel, estrenada en el 46 Festival Cervantino, Morell tiene un lugar especial en la tradición de las pastorelas, pues durante dos décadas ha producido y dirigido el Festival Hispanoamericano sobre ese género.

Y también es, por citar uno de tantos galardones, Premio Nacional por la Igualdad y la No Discriminación 2017, otorgado por la Asamblea Consultiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación; preside, asimismo, la Fundación Voz de Libertad, A.C., dedicada al análisis de problemas sociales y al diseño de estrategias culturales.

Ha recibido reconocimientos de la Asociación de Periodistas Teatrales, de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, de la Unión de Cronistas y Críticos Teatrales, de la Asociación Mundial Pro-Conciencia y Femme Leaders d´Amerique con la Medalla al Mérito Pro Conciencia.

Y los premios se acumulan.

En resumen, es un apasionado activista social y cultural, con una larga carrera de retos y satisfacciones.

“Este no es un libro solo para expertos, ni para los que dirigen desde su escritorio, opinando y criticando; es para quienes construyen, toman acción, van a donde está el problema e intentan resolverlo”, escribe en su más reciente obra, Confía en ti y cambia tu entorno (Editorial Porrúa).

Confía en ti y cambia tu entorno (Editorial Porrúa).


Y ahora está aquí, como director general del Instituto de Reinserción Social del Gobierno de Ciudad de México —invitado por Martí Batres, secretario de Gobierno de Ciudad de México—, donde implantó su Proyecto Integral de Reinserción Social Armónica y Empática.

“Ser parte de un equipo de gobierno —comenta Arturo Morell— te brinda la posibilidad de ampliar el espectro de servicio para construir mejores entornos sociales”.

La anterior es parte de una respuesta a la pregunta sobre significado que tiene para él estar en un lugar propicio en el que puede poner en práctica sus conocimientos y sensibilidad.

“Dos de mis grandes vocaciones han sido la promoción cultural y la reinserción social —sintetiza Morell—, por lo que es un enorme privilegio esta oportunidad de trabajar en un área que he desarrollado, desde el ámbito de la sociedad civil, durante más de dos décadas, con pasión y vocación”.

Pasión y vocación.

Dos palabras que lo retratan.

***

“El no lo tienes ganado, ve por el ” es una de las principales enseñanzas que mis padres me inculcaron desde muy temprana edad. La asumí y la fui madurando entre la cautela materna y la osadía paterna. “Hazlo, pero con cuidado”, decía mi mamá; “aviéntate sin temor”, exclamaba mi papá.

Tiempo después, concebí otra máxima que agregué a mi filosofía de vida: “¡Inténtalo!, lo peor que puede pasar… es que no pase nada”.

Desde entonces, cada que aparece alguna inseguridad, recurro a esas herramientas, a esa suerte de amuletos que se instalaron en mi subconsciente.

Al final, la fuerza no la tienen las frases por sí mismas, sino la fe que ponemos en ellas.

Durante la infancia soñamos con ser muchas cosas, generamos admiración por los héroes y las grandes historias y pensamos que cualquier cosa la podemos realizar, pero la vida te va poniendo pruebas y te va situando en la realidad, a veces de una manera amorosa, a veces no.

Así, en cada aspecto de nuestra vida, se va confeccionando una prenda distinta que nos empieza a marcar; se ciñe a nuestra silueta, nos hace lucir o nos incomoda. El caminar se hace pesado o ligero, de acuerdo con lo que cada uno cargamos, ya sea de manera impuesta o por decisión propia.

Pasa el tiempo con su inquebrantable ritmo, y, entre juego y juego, vas soñando con lo que quieres ser, descubres los placeres de la vida y los sinsabores que, sin saber por qué, llegan a suceder.

Hoy, haciendo un recuento de mi vida para escribir estas líneas, puedo decir que soy un ser muy afortunado, porque acuñé mis frases mágicas que me permitieron siempre pensar que podía hacer realidad lo imposible.

Pienso que la cultura, y en especial el teatro, es una herramienta de vital importancia para transformar en positiva la energía negativa que genera la reclusión; también a través de la lectura, el canto, la actuación, el baile y, sobre todo, reflexionar para elevar el nivel de conciencia.

***

Los programas culturales y sociales de Arturo Morell se acumulan para los liberados y sus familias, además para quienes siguen en prisión. Está convencido de que la actividad cultural beneficia a los internos e internas; lo ha comprobado, dice, “en muchos casos de éxito cercanos”.

El estudioso trabaja con presos desde 1993, año en el que comenzó a organizar el Festival Hispanoamericano de Pastorelas, en cuya categoría penitenciaria han participado, hasta ahora, alrededor de 50 cárceles de 15 estados del país, las cuales, junto con las categorías infantil, amateur e independiente, suman más de 100 pastorelas cada año. Al mismo tiempo realizaba talleres y cursos en diversos centros de reclusión.

En 2004 inició con el primer proyecto de intervención cultural Un Grito de Libertad, que se ha realizado en 10 cárceles diferentes de Morelos, Tlaxcala, Querétaro, Guanajuato y Ciudad de México.

En dicho proyecto —agrega— han participado más de 5 mil personas privadas de la libertad, hombres y mujeres, “que cambian su vida a través de su contacto con la cultura y el teatro”.

—Son muchos.

—Sí —contesta—, y ha sido visto por más de 50 mil espectadores a través de múltiples funciones para personas privadas de la libertad, sus familiares, estudiantes, funcionarios y público en general que, al asistir, modifica su idea de las cárceles y, sobre todo, su concepto de libertad.

—¿Hace falta a nivel federal algo similar?

—Definitivamente —afirma Arturo Morell—. En la actualidad, el único modelo de Instituto de Reinserción Social se encuentra en la Ciudad de México como parte de la Secretaría de Gobierno, a cargo del maestro Martí Batres Guadarrama.

Y aquí está, satisfecho y sonriente, en uno de los pisos de esa dependencia que dirige, donde entrega reconocimientos a integrantes de una generación de ex convictas que participaron en un concurso de maquillaje.


  • Humberto Ríos Navarrete
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