Paloma Torres, la mujer de tierra

Ciudad de México /

Es la estructura del Metro convertida en imágenes como si fueran radiografías. Es la fotografía área, cual lienzos sobre montañas pringadas de matices. Es la arcilla moldeada. Es la madera tallada. Son las telas. Son los volúmenes. Es la obra de Paloma Torres Estrada en su taller de San Ángel, Ciudad de México, cuyo trabajo asimismo vuela hacia a otros países y también se detiene en Plaza Río de Janeiro, colonia Roma, con imágenes y esculturas en metal.

El suyo es el arte hermanado con el paisaje urbano. Es la artista que clava la mirada en andamiajes que sostienen a la metrópoli; la que escudriña las venas de concreto armado y racimos de varillas que reforzarán las entrañas del monstruo gris. Es eso y más lo que observas en su estudio con obras distribuidas en dos pisos; son volúmenes e imágenes por doquier.

La artista camina mientras detalla a su paso algunas de sus obras escultóricas y fotografías sobre extensos bastidores en diferentes zonas de lo que semeja un museo que tiene por estudio. Pasa cerca de una esfera de arcilla, se detiene, la acaricia y reflexiona: “Pienso qué hago con esto”.

Pero ella es, sobre todo, “una mujer de tierra”, como se autodefine, y lo expresa mientras mueve las manos como si moldeara cada una de las palabras en tanto describe los pormenores del oficio que nace de un tronco familiar enraizado en la arquitectura de una ciudad que resiste.

Paloma Torres, quien nació en 1960, es una fiesta de ideas que relatan sus actividades artísticas.

Paloma Torres, la mujer de tierra. Humberto Ríos Navarrete

Con siguientes líneas empieza su semblanza: “Mi interés en la cultura y el arte, con especial énfasis en el espacio y el volumen, se lo debo a mi padre, el arquitecto Ramón Torres, quien fuera un protagonista del modernismo constructivo mexicano, junto con Mario Pani y Augusto H. Álvarez”.

—¿Y entonces quién es Paloma Torres Estrada?

—Soy artista visual —responde a la pregunta—, más bien enfocada a la escultura; me gusta todo, pero dependiendo de lo que en ese momento esté pensando. Un ejemplo es cuando tomé las fotos de Ciudad Netzahualcóyotl. De repente sentí como si hubiera tirado un textil sobre la montaña y el concreto. Y pensé: “¿Cómo puedo hacer que la gente sienta que es un textil?” Entonces tengo que hacer textiles.

Así recomenzó parte de su obra.

Y un ejemplo es cuando en el año 2015 la invitaron a la celebración del Año Dual México-Reino Unido. Entonces hizo una escultura en Londres. Para eso comenzó a desarrollar ideas.

“Qué hago, qué hago”, se preguntó en aquel momento. “Yo estaba trabajando con la madera”, recuerda. “Ah, pues voy a hacer un andamio construyendo una nube. Entonces esa pieza se llama Construyendo la lluvia”, recuerda.

Y es que la mayoría de sus proyectos van ligados unos con otros, como sucedió con los sobrantes de papel moneda del Banco de México, para luego participar en los diseños de textiles y gobelinos con el maestro Francisco Toledo, en el municipio de Etla, Oaxaca.

La artista comenzó a los 22 años de edad su exploración de la cerámica mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM.

“Desde entonces me apasioné por la arcilla”, escribe. “Pronto me percaté que este Material requiere, además de maestría técnica, entender que el proceso de construir y levantar mis esculturas es parte fundamental de mi obra”.

—De ahí su inclinación por el barro— se le comenta.

—Mira, yo soy una mujer de tierra. De hecho soy miembro de la Academia Internacional de Cerámica, de la UNESCO, que está en Ginebra, pero aparte de eso, la tierra es el material más noble que tenemos. El material ancestral donde el hombre, al dominarla, o sea, al hacer su primer cacharro para preparar sus alimentos, inició la civilización. La cerámica sigue siendo un material libre, un material que no tiene prejuicios.

Es Paloma Torres Estrada, con residencias y obras en varios países; una artista que ha trabajado con campesinos y artesanos de varios estados; la artista que desde niña aprendió de sus padres y abuelos, autores de joyas arquitectónicas en la capital del país, como el antiguo Palacio Legislativo de Donceles, actual Asamblea Legislativa de CDMX, y construcciones de Ciudad Universitaria.

Y por si fuera poco, describe Paloma Torres, “he tenido la oportunidad de conocer técnicas ancestrales, así como el uso de nuevas tecnologías, de modelado en barro, textil, dibujo, escultura, teñido en Vietnam, India Canadá, Francia, Austria y China”.

De ahí la esa vena que se percibe en su prolífica obra y en sus exaltadas expresiones y maneras de mover las manos como si moldeara las palabras.


  • Humberto Ríos Navarrete
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