Un grupo de raperos y bailarines, acompañados de una joven que hace demostraciones con jugadas rápidas de fútbol, recorren la alcaldía Álvaro Obregón, en especial donde hay jóvenes y niños que podrían alejarse de las drogas. Ahora están en un tianguis de la colonia Buenavista.
Autoridades de esa la alcaldía, que enfrenta altos índices de drogadicción, creen que es posible prevenir o alejar del vicio a los jóvenes con la impartición de varios talleres englobados en una frase: Las drogas tienen salida, encuentra la tuya.
Esta vez el diagnóstico oficial revela que el lugar de la visita “se encuentra dentro de zonas de venta y consumo…”.
Y se comprueba.
Al menos hay consumo.
En una esquina, no muy lejos del tianguis, dos hombres esperan que vecinos salgan a tirar basura y ellos a recogerla; ambos hurgan, apartan botellas y otros objetos. Uno de ellos, tez morena, se ausenta y regresa con bolsas que manosean y separan residuos.
Su compañero, desgarbado, tez blanca, más joven, habla solo, con él mismo, y sonríe con algún fantasma mientras mueve la cabeza, o saluda a viandantes sin ton ni son; con la mano se alborota el pelo, como si tuviera un tic nervioso, y enchueca la boca y parpadea y vuelve a reír.
El moreno, un tanto robusto, silencioso, es quien más trajina para separar la basura. El otro solo ayuda de vez en cuando; más bien busca algo de comer. Encuentra un emparedado y lo mordisquea.
Algunas vecinas salen en pijamas y los saludan con un gesto, entregan bolsas de basura y les dan una propina. El flaco sonríe y da vueltas. El robusto también sonríe y cruza algunas palabras.
Dos tambos sobre un carrito metálico, muy común entre los recolectores de residuos, permanece estacionado. El fornido se va y regresa con bolsas de basura que recibe de vecinos a cambio de propina.
De pronto el robusto saca una pequeña porción de algo que parece hierba y comienza a espulgarla con esmero, para después de un rato envolver el residuo en un pedazo de papel.
Con la paciencia de un monje termina de liar un cigarrillo de puntas retorcidas, saca un encendedor de plástico rojo, enciende el cigarrillo y aspira sin prisa, gira la mirada al cielo y sin voltear estira la mano para ofrecer el churro al camarada que, sonriente, lo lleva a sus labios, que se adivinan resecos, lo absorbe dos veces y lo devuelve.
Y se consume el carrujo.
Y otra vez a la chamba.
A todas luces ellos son consumidores que trabajan en la recolección de basura. Están en una zona “de venta y consumo”.
Y el consumo no está penado.
Ellos lo saben.
A unas cuadras de ahí, mientras tanto, un grupo de jóvenes extiende una lona en medio del tianguis de la colonia Buenavista.
Son de la alcaldía Álvaro Obregón y reparten volantes en los que ofrecen diversos talleres, “totalmente gratuitos”, como break dance, rap Freestyle, soccer Freestyle (dominadas con el balón), serigrafía y contorsión, entre otros, mientras preparan los bártulos para exhibir sus habilidades.
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El sicólogo Miguel Ángel Jurado Ferrer es coordinador de Programas en Asistencia Comunitaria de la alcaldía Álvaro Obregón. Encabeza el segundo ciclo denominado Las drogas tienen salida, encuentra la tuya.
La promesa es que los talleres pueden ser impartidos donde quieran los vecinos, siempre que el número de asistentes no rebase los diez. “Nosotros podemos gestionar la posibilidad de llevar el taller hasta su domicilio una vez por semana”, dice Jurado Ferrer.
—¿Y qué tan efectivo ha resultado?
—Bastante, y muy divertidos, sobre todo en zonas que a veces se nos hace más complicado llevar los aparatos para la movilidad; es justo ahí donde vale más la pena; es el esfuerzo de la gente, de los chavitos que siempre están dispuestos y hacen que esto valga mucho.
Entre quienes dan los talleres está Jenifer Rosas, quien durante años fue discriminada cuando quería jugar balompié; pero ella se impuso y ahora es una de las más populares en la práctica de las llamadas jugadas de fantasía o Soccer Free Style que, explica, “es un deporte que consiste en una serie de trucos y movimientos con un balón de futbol usando cualquier parte del cuerpo”.
Y así lo hace.
Tiene 22 años de edad. Empezó a practicar cuando tenía 18. Mide metro y medio de estatura; por eso la veían como una chica frágil, ese era el argumento de sus amigos, pero se sentía discriminada y aguardaba con el balón en la mano. Entonces aprovechó para practicar ella sola.
“Ya sabes, los paradigmas, los estereotipos de que una mujer no puede jugar futbol; entonces, por lo regular, siempre que quería jugar en las retas, me dejaban hasta el último”.
—¿Y por fin qué pasó?
—Pues aprendí a jugar sola y empecé a ver videos de Ronaldinho, de Messi, de Cristiano Ronaldo, que hacen este tipo de acrobacias, para mejor control con el balón, hasta que después me enteré que es un deporte. Entonces me dediqué a eso.
Y ahora Jenifer no solo es experta, sino que hace tutoriales donde se le ve juguetear con el balón; aquí mismo, en el tianguis de la colonia Buenavista, practica junto a sus amigos, quienes bailan rap, mientras la gente se reúne en torno a ellos para verlos girar sus cuerpos y aplaudirles.
—Eres muy ágil.
—Sí –responde y sonríe-, aparte de que yo he sido muy flexible.
Entonces encontré un deporte que incluye todo eso: futbol y break dance; o sea, varios deportes en uno.
—¿Y cómo van los talleres?
—Me invitaron a este proyecto y lo vi muy padre; tan solo de saber que se trataba de ayudar a la sociedad, a los niños, a los jóvenes, para que hicieran lo que también a mí me gusta, me agradó mucho la idea.
***
Vecinos y marchantes, hombres y mujeres de todas las edades observan las piruetas y contorsiones de estos jóvenes, mientras otro de ellos, siempre al micrófono, anima con sus rimas que compone en el instante, todas dedicadas a comerciantes y viandantes, y en sus crónicas que aparentan trabalenguas también habla de frutas, verduras, tepache y agua fresca. De todo lo que está cerca.
Entre los que imparten talleres y revolotea a ras de piso está Jorge Martínez, alias Friek, quien da clases en la cochera de su casa desde hace 10 años. Su domicilio está en Hacienda de Guadalupe, manzana 16, lote 10, colonia Presidentes, para quien guste aprender.
Ha competido en 15 países de América Latina y Europa, junto a su amigo Kolacho y otros del colectivo, con los que integra un movimiento que lleva por nombre de Mejor baila.
Y acá andan, presentando sus contorsiones y fantasías deportivas, mientras invitan y distribuyen anuncios con los diferentes talleres donde está impresa una frase Cambié los pasones por mis mejores pasos.