Renació dos veces y quería pintar a la muerte

Ciudad de México /

Esta es la historia de Dan Santino, quien en su tierna juventud lideró exitosos grupos musicales; pero un día, recién llegado de Europa, sufrió un coma diabético que durante dos meses lo mantuvo hospitalizado. Después le detectaron un problema en la espina dorsal que lo paralizó un año. Entonces su vida dio un vuelco.

Todavía convaleciente comenzó a estudiar pintura y, apoyado de un bastón, logró moverse y recibir clases del maestro que le había recomendado un amigo, y durante tres años se aisló en un cuarto, con música de fondo y su obsesión por colorear imágenes de la muerte, de la que se había librado dos veces.

Era una forma de liberar sus angustias después de andar en una especie de montaña rusa durante la adolescencia y parte de su juventud, acompañado de amigos de la secundaria y la prepa, con los que había formado bandas de música con él en la batería.

Dan Santino pinta a la muerte

​En aquella época, cuando vivía en Azcapotzalco, su papá salía a trabajar por la mañana y Dan estaba en su cuarto, pintando y desconectado de lo que sucedía fuera, a tal grado que ni siquiera sabía quién era el presidente de México; ni qué día ni qué mes. Solo escuchaba música, prendía incienso y pintaba y pintaba.

En aquel tiempo su curiosidad lo llevó a consultar el origen de varias religiones y todas lo llevaban a confirmar que tenían el mismo Dios que Dan Santino concebía como una mujer.

—No escuchabas noticias.

—Nada, nada, nada. O sea, fui muy, muy feliz, ja,ja.

—¿Qué influenció en tu obra plástica?

—Obviamente las clases de mi maestro, pero lo que me detonaba más era la parte musical.

—¿Y solo pintas a mujeres?

—Sí, porque es mi versión humana de la representación de Dios en el mundo. Después me pregunté: “¿Si yo imaginara un Dios, qué sexo tendría? Entonces mi respuesta fue que sería mujer.

—Todo fue horrible.

—Muy horrible, y cada vez que tengo oportunidad de contarlo lo hago. Siento que el humano es quejumbroso y no valora el poder caminar. Le proponían a mi papá cirugías muy violentas, agresivas, y mi papá dijo: “Si me aseguran que sale caminando, lo opero”. Pero los médicos no estaban seguros.

Y volvemos a su época de creatividad artística, que siempre estuvo acompañada de su experiencia como líder de una banda.

—Y sabes cuál fue la clave—se pregunta.

—Cuál.

—Verme a mí como un grupo. Entonces dije: “Ok, yo soy mi propia banda y mis canciones son mis pinturas”.

Dan Santino pinta a la muerte

Y un día le ofrecieron exponer y lo hizo en una colectiva con un óleo de gran formato que impactó a los asistentes en la galería, cuyo dueño le ofreció una muestra para él solo y entonces ahí inició su carrera como pintor.

—¿Y entonces qué plasmas?

—Estoy tratando de representar sentimientos, independientemente del idioma, porque todos hemos sentido amor, miedo, nostalgia, anhelos. Lo que nos une a la humanidad es lo que sentimos. Estoy obsesionado en plasmar ese tipo de sentimientos. Esa contemplación. De estar consciente del momento. Y mi influencia es musical. Todo el tiempo estoy escuchando música.

Pero retrocedamos en el tiempo.

Dan Santino pinta a la muerte

“Yo empiezo a tocar desde los 16 años; a los 17 ya había hecho con mis compañeros, mis amigos, una banda, y empezamos a hacer covers de Led Zepelin, de roqueros de los 60, y nos empezó a ir muy bien”, recuerda Dan Santino.

—¿Y cómo se llamaba el grupo?

—Se llamaba Shaman, pero era increíble porque todos nos vestíamos de negro. Teníamos el cabello largo, botas. Hacíamos una fusión entre Doors y Beatles. Y ahorita me da ternura recordarlo, porque estábamos bien escuincles.

En los antros de la época le abrían a grupos como Fobia. Eran inicios de los 2000.

—Pero en ese entonces fue una carrera frenética, rápida, porque como dices, empezaron a tocar con otros…

Dan Santino pinta a la muerte

​—Nos empezaron a abrir espacio en antros que estaban en Mundo E, y me acuerdo que le abrimos a Fobia. Era una locura, sabes, una locura de conocer gente; no había redes sociales y entonces éramos populares y la pasamos muy bien.

—¿Y luego?

—De ahí volví a tener otra banda que se llamaba Le Diference y se juntó con las redes sociales, que en ese entonces era My Space, y también nos fue muy bien. Muchos de nuestros fans eran Emos.

Terminó la prepa y estudió fotografía y diseño gráfico. Formó otra, Los Infierno, un proyecto alterno de Lost Acapulco.

Y corría el tiempo.

Dan tenía 26 años de edad.

—Y qué tal la escuela.

—En la carrera sí disfrutaba ir a la escuela. Todo lo gráfico lo aplicaba en mi banda. Hacíamos nuestros flayers. Sin querer hicimos una pequeña empresita. Además estábamos de gira en el interior de la República. Todo el día era una locura

—Y te vas a Europa con Lost Acapulco.

—Sí, yo no conocía Europa y con ellos me voy de gira. Fue una locura. Hicimos nueve países. De hecho nuestros discos no salían en cedes, sino en vinil. Tocamos en un festival de Italia, que es como el Vive Latino, y yo estaba en el cielo.

Y de regreso de Europa es cuando llega la pesadilla del coma diabético. Todo fue entre los años 2013, 2014, 2015…

“En ese entonces empezaba a sentir como mucho cansancio y también bajé mucho de peso. Pero yo pensaba que era por el ritmo de vida que tenía”, recuerda Dan. “Mi ritmo de vida era muy caótico. Vamos a tocar aquí, vamos a tocar allá. Era una locura, porque los días de descanso te ibas de fiesta. Todo el tiempo era como una montaña rusa”.

—Y te hospitalizan.

Dan Santino pinta a la muerte 4

​—Sí, me acuerdo que desperté…conectado. Tenía chupones aquí y allá, catéter, sondas. Yo no sabía qué había pasado. Caí en coma diabético. Estuve como dos meses en terapia intensiva.

Su familia, mientras tanto, veía desde afuera la pantalla donde aparecía una palabra que más les preocupaba.

“Entonces yo siempre aparecía como grave”, recuerda. “Eso me lo contaron después, porque mi azúcar seguía estando muy alta. Yo estaba ahí, sin saber cómo iba a reaccionar mi cuerpo”.

—¿Y después?

—Yo tenía miedo y terror de regresar al hospital. Por eso dejé todo y dije: “Sí quiero cuidarme, porque si te cuidas, vale la pena; la gente que se empieza a deteriorar es que no se cuida.

Y tarda un año cuidándose.

Pero fue cuando se le rompió un hueso de la columna vertebral y regresó a la cama, ahora en su casa. Había sufrido una descalcificación. Entonces le hicieron miles de estudios en hospitales. Al año logró sentarse y empezó a caminar.

Y para no olvidar por lo que había pasado, Dan Santino se tatúa en el brazo un símbolo que significa Tierra.

Dan Santino pinta a la muerte

“Me di cuenta que los cuatro elementos están representados con triángulos, y este significa tierra, y me di cuenta lo bonito que es estar vivo aquí”, relata. “Yo le tenía mucho miedo a la muerte y yo hacía muchas cosas para no morir”.

—Es bonito estar vivo.

—Bueno, sí, me di cuenta lo bonito que es estar vivo. Y despertó en mí también una parte espiritual que tiene que ver contigo, el disfrutar el aquí y el ahora, el caminar, el reír, el comer algo. Fue el regalo que me dio todo esto.

—Entonces te clavaste en una cuestión mística.

—Sí, porque el estar sin moverme era valorar cosas. Darte cuenta: me quejaba del amor y estaba ahí al lado; me sentía solo y estaba mi familia ahí.

—¿Pensaste en que ibas a aliviar?

—No, yo no sabía lo que iba a pasar, y también es parte del tormento. No sabía ni lo que tenía.

Entonces recibió clases de pintura y empezó una nueva vida con su computadora y un pequeño caballete al lado. Lo apoyaba su familia y él había ahorrado dinero de sus tocadas y giras.

—¿Y qué pintabas?

Dan Santino pinta a la muerte

​—Yo quería pintar a la muerte, pero pintarla tan bonita, como para hacer las paces, sabes. Yo decía: “Yo te quiero pintar, pero no te quiero ver como algo malo, sino te quiero ver como una diosa, como una virgen…”

—Sí, porque ya estuviste cerca de ella, ya casi te da la mano.

—Ja,ja, ja, sí, y siento que mi cabeza o mi ser conectó con algo, que me llegaron imágenes de todo lo que empecé a pintar. Entonces yo me despertaba y a pintar, a pintar, a pintar.

Y en tres años se aisló en un cuarto sin ventanas e hizo alrededor de 40 pinturas. Llegó a perder la noción del tiempo.

“Al principio yo no quería vender mis pinturas, porque era como mi diario, como una terapia”, recuerda, y a la fecha no tiene ninguno de los cuadros, “pues todos fueron vendidos”, dice mientras ríe.

—¿Y siempre fue este mismo estilo, la misma técnica?

—Óleo sobre madera y sobre tela fue lo que me enseñó Javier, mi maestro. Y al paso de los años empecé como a exagerar más esa parte de los puntos, que al paso de los años generó un estilo que caracteriza mi obra.

Es Dan Santino, quien en las buenas y en las malas siempre ha estado acompañado de su entonces novia, ahora esposa, Ana Eloísa.

Dan Santino pinta a la muerte
  • Humberto Ríos Navarrete
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