Una balada por los desplazados

Ciudad de México /

Es el vivo retrato de un drama. Es el canto triste, la indignación, el lamento, la esperanza, las voces de mujeres que danzan y recitan en solares de México y Colombia. Es malévola, diferentes formas de salvarse así mismo, una obra de Sandra Milena Gómez, quien la presenta en diferentes foros del país, incluyendo Ciudad de México, desde hace seis años.

Ella se dedica a la danza, al teatro y a las artes vivas, a seguir con su aprendizaje y de intentar un mundo mejor. Son las palabras de esta coreógrafa de origen colombiano radicada hace tiempo en nuestro país. “Es una obra que trata sobre la resistencia de las mujeres en medio del conflicto armado y el desplazamiento forzado en Colombia y en México”.


Colombia es el segundo país en el mundo con mayor número de víctimas de desplazamiento después de Siria, mientras que en México las cifras van en aumento. Por eso en la obra se incluyen narraciones sobre mexicanas que enfrentan ese problema, en voz de Mariana Estrada Romero, integrante del grupo, donde también está Jazmín López.

—¿Hay una similitud entre Colombia y México en ese aspecto?

—Sí, sí hay una similitud. Nosotros en Colombia hablamos del desplazamiento forzado desde hace más de 50, 60 años, y el conflicto armado; creo que ustedes están empezando a vivir una época muy compleja que nosotros ya vivimos.


El tema del desplazamiento forzado en México es algo que poco se menciona en el país, como se ha visto, pero es un drama que ocurre desde hace años, y las principales causas son la violencia, producida por la delincuencia organizada, aunada al narcotráfico. Esto se ve en Zacatecas, Michoacán, Guerrero y Chiapas, entre otros estados.

—¿Se podría decir que en México hay un desplazamiento silencioso?

—Sí, sí —responde de inmediato la directora y coreógrafa de la obra— y es terrible porque en Colombia existió ese desplazamiento silencioso, y cuando nos dimos cuenta, ya eran miles de personas, millones de personas desplazadas de manera forzada.


Desde el escenario ellas fijan la mirada hacia el rostro del espectador, mientras narran travesías de víctimas de un problema que lacera a dos naciones con sus respectivas consecuencias, como ha sucedido en Colombia, con sus cinturones de miseria en diferentes ciudades.

También implicó el desarraigo de las comunidades, la desunión de las mismas y la pérdida de valores culturales.

—Es como el destierro.

—Es el destierro, claro, obviamente; es sacar a la gente de sus tierras, de sus raíces, es quitarle sus casas, sus animales; su familia, incluso…

—Los amigos, las propiedades…

—Exactamente, su cultura; llevarlos a ciudades que además los revictimizan, porque hay racismo.

Y es que la mayoría de esas comunidades, en el caso de Colombia, están formadas por indígenas y afrodescendientes.

“Entonces cuando llegan a ciudades, como Bogotá, que es la capital, o Medellín, donde la población está mezclada, de todas maneras hay esta cuestión del racismo” —comenta Sandra Milena Gómez— “y ser rechazados por las sociedades a donde llegan a pasar hambre”.

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Es malévola, diferentes formas de salvarse así mismo se estrenó en 2017 en Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico, y desde entonces han tenido un poco más de 76 funciones repartidas en Michoacán, Oaxaca y Torreón, además de Ciudad de México, con un promedio de tres mil espectadores.

Desde 2018 la obra forma parte del catálogo virtual del Museo de Memoria Histórica de Colombia y han sido apoyadas en diferentes momentos por programas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA, ahora Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales.

Danzamos guiadas por las voces de mujeres que han resistido cantando, escribiendo poemas, curando heridas y construyendo comunidades enteras para abrir la posibilidad de que a través de nuestra voz y nuestra danza la memoria siga vida y dé cuenta de quienes han convertido el dolor de la guerra en cantos, poemas y luchas constantes: En diferentes formas de salvarse a sí mismo (@udanaplatform)

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Entrevistada después del ensayo en el Centro Cultural Los Pinos, la directora de la obra, Sandra Milena Gómez, comenta que el problema de los desplazamientos en Colombia no han tenido una solución pero sí ha habido ciertos avances en 11 procesos de paz, aunque en ninguno han concretado la paz verdadera y definitiva.

“En el último proceso de paz se hicieron, digamos, unas líneas de trabajo que tienen que ver con todos estos factores, con todo lo que implicó el conflicto”, comenta, para después comentarle que en México, además del narcotráfico, hay otros conflictos que obligan a las comunidades abandonar sus pueblos y tierras, como se menciona en la obra.

“En Colombia, obviamente, el desplazamiento era por la guerrilla, por paramilitares, por el mismo ejército; el desplazamiento tenía que ver con el conflicto armado, sí, pero también por una serie de procesos de quitar la tierra, para poder ejercer otro tipo de industrias”, comenta Gómez.

—¿Qué planteas, independientemente de narrar el problema?

—Me interesa mucho observar cuál ha sido la resistencia —responde la directora—, cuáles han sido los modos de instancia en la vida, particularmente en la obra de mujeres que han resistido cantando, bailando, escribiendo poemas, reconstruyendo comunidades, volviendo a sus territorios para defenderlos, enfrentando a los actores armados.

Narran, por ejemplo, el caso de Ceferina Banquez, a quien dedican dos funciones, pues murió hace dos meses en Colombia, y también el caso de una niña que regresa a su pueblo.

—Y qué ha pasado hasta ahora.

—Yo siento que en Colombia —comenta y ejemplifica— el mismo pueblo ha dicho: “Nosotros tenemos que hacer algo”. Y lo han hecho, lo han hecho desde muchos lugares; desde lugares artísticos, pero también desde el liderazgo social; desde decir: “Esta es mi comunidad y la voy a reconstruir”. O como narramos la historia de una niña que cuando regresó a su pueblo, pues ya no es el mismo, pero ella dice: “Yo aprendí algo y les voy a enseñar a mis amiguitos de aquí”. Y empieza a darles clases. Entonces para mí el punto importante es rescatar eso.

—Todas son historias verdaderas.

—Todas han sido historias verdaderas. Testimonios.

—¿Cómo las recolectaste?

—Hice una investigación más o menos larga, sobre todo muy ligada al Centro de Memoria Histórica de Colombia; también ligada a la documentalista María Fernanda Carrillo. Ella hizo un documental Cantadoras: memorias de vida y muerte en Colombia, que son las imágenes que aparecen en la obra, donde nuestro hilo conductor es Ceferina Banquez.

Una de las mexicanas que tiene participación activa en la pieza es Mariana Estrada Romero, quien también investigó el problema en nuestro país; un problema, dice, del que apenas se habla.

—¿Cómo andamos en México?— se le pregunta a la egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

—Fatal. Lo terrible es que es algo que apenas se está empezando a enunciar. En México, por ejemplo, tenemos la herida abierta de los desaparecidos. Nuestro país está lleno de fosas comunes, de fosas clandestinas, de personas buscando a sus seres amados, pero no se habla de los desplazamientos. Por ejemplo en Chiapas y Michoacán…

—Y Guerrero.

—Y en Guerrero, sí, por supuesto. Hay mucha gente que se está moviendo todo el tiempo, por la violencia, por las industrias extractivas, por el turismo, y que salen expulsadas de sus territorios.

Y el problema seguirá.


  • Humberto Ríos Navarrete
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