Altos vuelos

Ciudad de México /


Luis M. Morales

Cuando miramos a los pájaros levantar el vuelo, remar en el viento y flotar en las corrientes de aire, tenemos la sensación de que son seres más libres que nosotros. Nos recuerdan nuestro anhelo humano de una vida simplificada, nuestra añoranza de aire.

Quizá por eso el griego Aristófanes hizo reír a sus contemporáneos imaginando una comedia en la cual dos aventureros, hartos de deber dinero y de bordear la ruina, deciden huir de las deudas, de los impuestos y de los pleitos y fundar una ciudad aérea para vivir como la raza feliz de las aves. La abubilla y el ruiseñor dan a sus aliados humanos una raíz que les permite volar, y exclaman: “¡Que a uno le salgan alas es lo más agradable!” La nueva capital de las nubes se llama “Nubecucolandia” y allí se vive con simplicidad. Pero los héroes se dan cuenta del poder que les da su posición en los cielos, pues pueden sabotear a los dioses en sus desplazamientos por los senderos estrellados. Quieren entonces imponer sus condiciones, como nuestros controladores aéreos. Se declara la alarma general y el estado de emergencia entre los dioses, que entran en negociaciones con los nuevos dueños del aire. El personaje principal hace fortuna y acaba casándose con una diosa llamada Soberanía.

Aristófanes cuenta aquí una fábula sobre la huida de la realidad asfixiante para fundar una nueva comunidad de la que se puede expulsar sin contemplaciones todo lo que nos agobia. Pero ni siquiera en el mejor de los mundos posibles cesa la ambición, y el travieso desenlace nos enseña que hasta por los castillos en el aire hay luchas de poder.

Irene Vallejo


  • Irene Vallejo
  • Irene Vallejo Moreu es filóloga y escritora española.​ Por su libro El infinito en un junco​ recibió el Premio Nacional de Ensayo 2020 y el Premio Aragón 2021.​ Publica su columna Los Atltas de Pandora.
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