Donald Trump se levanta todos los días, se avienta su desayuno de campeones, se acomoda el pelucón y piensa en cómo echarle a perder la existencia a la humanidad. Después de trapear con Zelenski, cancelar apoyo militar a Ucrania y burlarse de la Unión Europea, decidió cumplir su amenaza de aplicarle aranceles a México y Canadá. Es curioso, México entregó a 29 capos de capolandia (algunos de los cuales ya iban a soltar jueces de Poder Perjudicial Piñista para unirse a los 79 que liberaron desde endenantes, dijo Harfuch), bajó los índices de trasiego de fentanilo, todos los días se apañan malos de Malolandia y aún así el tal Donald se pone peor que Kinky Téllez con megáfono.
La cosa es generar caos y desorden, miedos e incertidumbres entre los mexicanos y alimentar a las fuerzas vivas trumpistas que casi ni son fanáticos, racistas, clasistas y cavernicolitas. Sobre todo ahora que los MAGA se sintieron un poquito traicionados por lo que ven como una cierta mansedumbre de Trump con Vladimir Putin. Unos latigazos a los vecinos del sur los tranquilizan y les devuelve la fe en su dios güero y abotagado.
Bonita la reacción de la opositora montada en su Loca Academia de Miramones, despojándose de los blúmers para darle gusto a los gringos. Bueno, unos medios de comunicación prianista estaban jubilosos ante la aplicación arancelaria como si no los fuera a afectar; Anayita, como experto en tronar como ejotes a la economía, dice que la única forma de no tronar como ejotes es hacer una comisión entreguista interparlamentaria con los yanquis, supongo porque tiene el deseo masoquista de que lo traten como a Zelenski; mientras que a Cascabel Hernández solo le falta asegurar que Claudia tiene vínculos con Thanos, Tony Soprano y Camelia la texana.
Los aranceles llegaron ya, pero con las sabias palabras de Kalimán, “Serenidad y paciencia”, la presidenta Sheinbaum que tiene el apoyo del 85 % (lo sostiene la encuesta de El Financiero que no es para nada lopezobradorista) tiene planes de contingencia para dar y repartir.
Reinventar México, generar nuevos espacios de desarrollo, resucitar antiguas vocaciones productivas, y acercarse a los Brics nomás para que Trump ponga cara de Madrazo-Loret-Brozo esperando que su compadre Chiflano Aureoles no sea apañado (es probable que esté escondido en la guarida de Cabeza de Vaca, la misma vaca) y que de serlo no despepite sobre sus oscuros negocios, virgencita plis.
El espectro inflacionario recorre la Casa Blanca.