Calderón y Vargas Llosa en el Siete bares

Ciudad de México /

La veldá, veldá, ni siquiera a Alazraki le sorprende que Calderón Calderinflas viva en livin la vida loca en un yate, sobre todo porque los calderonicolitas saben que su héroe no tiene su hogar dulce hogar en el Ecatepec de Madrid. Lo que sí es de llamar la atención es que en esas imágenes que hieden a privilegio y a confort, el esposo de Margarita no se ve feliz. Lo que vemos es a un tipo adusto, el ceño fruncido, márgaro, irritado y cara de pocos amigos, que no está disfrutando de su acumulación originaria de capital.

Lo fácil sería pensar que, para variar, Caldedrunk trae una crudototota épica. Y podría ser, pero aún así estamos ante un personaje que en vez de irse a la proa a gritar que es el Mirrey del mundo, se ve muy muino y profundamente infeliz. Quizá porque ninguno de sus complós contra la 4T funciona, o debido a que extraña como nunca antes la ausencia de poder, o porque entre Rivapayacho y quienes impulsaron el chafísimo montaje de que AMLO viajaba en un jet (no manchen, si hubieran utilizado el avión de ¿Y dónde está el piloto? o el Tomcat de Tom Cruise en Top Gun, el show hubiera sido un poquito más creíble) le están ganando en la capacidad para producir fake news, no se vale.

Eso enchilaría a cualquiera, pero más a Calderón que en vez de ese yate de lujo de a chorromil bolas la hora, quisiera estar en la barra libre del Yate Fiesta de Kafkapulco.

Tampoco debe estar muy contento mi Jelipillo porque falleció su líder en la Internacional Reaccionaria, Mario Vargas Llosa. Notable escritor que terminó traicionando al autor de Conversación en la catedral, La guerra del fin del mundo, Los Cachorros y La fiesta del chivo (su última gran novela, lo demás fue un show de fuegos fatuos), donde muy crítico con los gobiernos autoritarios, el clasismo, el machismo y el pensamiento ultraconservador a los que en los últimos se aferró como a un clavo ardiente. Pasó de cuestionar a la “dictadura perfecta” del PRI, a rendirle culto y alabar a Zedillo, mientras busco legitimar golpes de estado, regímenes autoritarios, pensamientos ultraderechosos y monárquicos. Sin olvidar al gran autor, a Vargas Llosa le dolía la cara de ser tan facho.

Tumel Chorres, como muchos ultraderechairos que a lo sumo leen el Sensacional de traileros, se indignan por las críticas sobre Vargas Llosa como si al menos hubieran leído la cuarta de forros de sus libros. (No se rían).

¿Cómo se llamará el yate del Calderas? Salvo su mejor opinión, el “Siete bares”.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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