David Lynch y la 'opo'

Ciudad de México /

El finado master de masters, David Lynch, ha fallecido, no sin antes dejar una frase que es tan misteriosa, extraña, provocadora, disruptiva y surrealista como toda su filmografía: “Observa la dona, no el agujero”. Seguramente sin saberlo, con esta insólita gota de sudor de su pensamiento, nuestro guía por los oscuras y torcidos renglones de Twin Peaks explica la lógica de la oposición que, en lugar de mirar la dona, se abisma en el boquete oscuro que invade su alma llanera.

Es por eso que por solo mirar hacia el orificio, en vez de fijarse en el pastelillo, en el apañón de Billy Álvarez (ese que dicen que robó más que mi licenciado Peña) la prensa deportiva encabezada por Faitelson estaba más preocupada por un personaje “tan importante en el panbol mexicano” que por los abusos a la cooperativa del Cruz Azul y todos los escándalos que se pueden desatar en el ámbito futbolero (cuentan, a mí no me consta, que Azcárraga está tamañito por lo que se pueda revelar). Se va a abrir la caja de Pandora, afirma José Ramón Fernández.

Por eso, por estar clavado en la fisura, en el sector opositors (que no entiende que en el capitalismo salvaje no se puede vivir bajo las reglas del comunismo primitivo) acusan de traidores a su ideología marxista a la gente de izquierda que osa comer en un restaurante, no vivir debajo de un puente y vestir con otra cosa que no sean harapos. Doctrinas patulecas y cavernarias que le quisieron aplicar ridículamente los falsos fifís a la empresaria Altagracia Gómez por portar ropa de diseñador y ser simpatizante de la presidenta Sheinbaum. Gente que tiene la capacidad neuronal de un camión de redilas.

Es como si los comunistas o izquierdistas o socialistas estuvieran condenados a tener y aportar un uniforme como de cosacos o de pioneros cubanos.

Por eso, por vivir en las profundidades lyncheanas, esperando que los gusanos de las dunas se los funen, los pensadores de la derecha como Raymundo Rivapayacho, uno de los grumetes de la Loca Academia de Miramones, pueden soltar cosas como la siguiente: que como Trump desprecia a México, tristemente solo quiere anexar a Canadá. ¡Pasumecha! Se sienten menospreciados porque Trump no quiere tomar México a la fuerza como si fuera Irán o Afganistán.

A los ultraconservas en almíbar les dio el patatús cuando Marco Rubio comentó que con México prefería colaborar a invadir.

“Entre más incomprensible es el misterio, más hermoso es”, confirma el maese Lynch.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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