Contra lo que supone su egocentrismo radical, el ChikiliQuadri es un personaje muy menor de una oposición más menor, pero que representa claramente las maravillas clasistas, racistas y ultraconservas en almíbar de este modo de sentir, y de su modo de pensar. Cuando hace meses acudió a pedir su apoyo del Bienestar todo el mundo lo cuestionó, sobre todo, porque siendo diputeibol se opuso ferviente y dogmáticamente a este apoyo para los adultos mayores. Sus ataques fueron muy conmovedores y poblados de un humor involuntario superior, fiel a su costumbre. Ahora lo vemos muy ufano después de haber cobrado ese beneficio al que tanto se opuso vestido con una sudadera de Yale, que lo acreditaba como un personaje de alcurnia. Tristemente en este momento autoreferencial no estaba rodeado de la comunidad fífí sino de la clase de mexicanos que desprecia. El culto señor justificó su performance alegando que trataba de recuperar algo de los impuestos que paga a regañadientes.
Por supuesto, se le echaron encima los chairos que no entienden que, a pesar de no haber luchado por esos derechos que de manera enérgica abominaba, este show tenía la noble aspiración de competir en materia de humor involuntario con el presidente ecuatoriano que le impuso aranceles a México. De que nos hacen reír, nos hacen reír.
Esto va en consonancia con la perínclita dotora Denisse Dresser, que no ha parado de llorar por el fin de la Usaid, organización de ultraderecha que ha tenido el noble propósito de torpedear gobiernos progresistas y democráticos. No se vale que Trump y Musk le hayan retirado fondos a gente humanitaria como Claudio XXX y Amparito Casar.
La Dresser dice que nunca ha recibió ni un centavo de Usaid, yo sí le creo, sus únicos pecados son las fake news, defender a Lady X y bailar reguetón.
Como quiera que sea, siguiendo su trayectoria al ritmo de “Gratis hasta puñaladas”, seguro veremos al ChikiliQuadri buscando hasta la beca Rita Cetina. Y es que el muchacho es como Trump, todos los días se levanta pensando en cómo hacerla de jamón. Mi Donald, quizá inspirado en el cártel inmobiliario del PAN, quiere gentrificar Gaza para edificar torres y casinos Trump-Netanyahu (a los palestinos los va a arrojar al Mar muerto, seguramente), luego firma decretos para que Panamá no le cobre peaje en el Canal, más tarde quiere ir por el Cártel de Sinaloa y al rato, todo empoderadito, querrá acabar con el molito de olla, la Danza de los Viejitos y el Jarabe Tapatío.