El sillón del papa y Duarte

Ciudad de México /

Grandes misterios sacuden el alma del panteón político. Dudas existenciales que parecen no tener respuesta a preguntas fundamentales del tipo: “¿Cuántos ayuwokis se necesitan para bailar el Payaso de rodeo?”, “¿Alitititito se puso como la niña del exorcista porque no había botox, o fue el botox el que lo convirtió en la niña del Exorcista?”, “Sandra Baticuevas 2 Rojo de la Vega, ¿se quedó con las estatuas del Che y Fidel porque es comunista de clóset?”, “Alazraki y los paleros de Alazrakis, ¿hacen misas satánicas con los de Ventaneando y los de Latinus, o cada quién por su lado?”, “¿Qué tan malo es el Moreira malo, es tan malérrimo como el profe Moreira o no son naiden junto a Salinas de Gortari?”, “¿quién es más chucha cuerera para los montajes, el Bloque Negre o #LordMontajes Loret?, ¿es Brozo una metaficción o la versión con pelucón verde de Raymundo Rivapayachito?”, o “¿qué tan insanos niveles diarréicos agarraron los notabilísimos miembros de la Loka Academia de Miramones después de que en vez de responder a los gritos de auxilio al ritmo de jelpos y seivos, le mandó elogios a la presidenta Sheinbaum?”, “¿cuándo el #SacoDePus sale a defender el honor de mi licenciado Peña lo hace por su fanatismo o porque espera que le toque algo de la Estafa de luz?” o “¿Jojorge Robero de Terrenos defiende a todos los panistas o solo a los que tienen fichas rojas y órdenes de aprehensión como Cabeza de Vaca la misma vaca?”.

Grandes misterios sin resolver, pero el que más carcome el chivigón de propios y extraños es: ¿para qué diantres se compró César Duarte el sillón donde estuvo sentado el papa Francisco?

O sea, si Duarte hubiera adquirido el sillón de Juan Pablo II, amigui y protector del padrote Maciel, tendría algún sentido, pero no hay personaje más alejado del ex góber petocho de Chihuahua, enviciado en la acumulación de riquezas y posesiones, rostro preclaro de la generación peñista de góbers a los que les dio por el atraco en despoblado, la desviación de recursos y egomaniacos desmecatados, no podía estar más alejado de la obra y figura del Papa Francisco. Don Bergoglio era frugal, humilde, en muchos sentidos de izquierda.

Me lo imagino a Duarte apoltronado en ese sillón sintiéndose el Padre Pistolas, tirando netas sobre ética y echaleganismo tipo Tumel Chorres, mientras acaparaba agua cual si fuera el Aquaman torcido del norti.

Desde ese sillón instalado en su capilla privada, Duarte se sintió muy impune… hasta que ya no lo fue. 


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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