No tienen una idea de cómo me puede seducir, encantar, alucinar cuando la distinguida, fina y culta Kinky Téllez se sube a la palestra, se transforma en la niña de El Aro, echa humo por las orejas y empieza a derrochar una profunda, preclara inteligencia emocional al dirigirse a los diputados de una manera tan poética, con unos dulces y encantadores improperios de película de Alfonso Zayas, con sus debidas mentadas y palabras altisonantes que no serían admitidas, por sublimes, en ninguna vulcanizadora.
Un espectáculo superior cuando la panista-voxista acusa sin pruebas de por medio —porque son innecesarias, ya que “la verdad es irrelevante”, como dice el poeta de las voladas periodísticas, Raymundo Rivapayacho— de narco-asesinos-comunistas a la bancada morenista. Ella, que es una fuerza de la naturaleza ultraconservadora y del yunquismo categórico, construye una obra monumental cuajada de inspiradas leperadas para referirse al Noroñas, su bellaco favorito.
Lo más logrado de aquel montaje, que ya quisiera #LordMontajes Loret, fue cuando la Téllez le exige a mi Gerardo que llore lágrimas de sangre por Carlos Manzo. ¡Qué performance tan maravilloso! Solo faltó que se treparan Alitititito Moreno y sus guaruras malencaradotes a corretear a Fernández Noroña a ritmo de “Frijolero”, de Molotov, y enarbolando la bandera de One Piece de la generación Z, que ya vimos que está compuesta por puro chavorruco.
Tanto que los símbolo de la apartidista generación Z son los priistas el Moreira malo y el bofe Mancilla con su playera de “Justicia para Manzo”. ¡Poético!
A lo mejor lo que la senadora quería era que el Noroñas se calzara un sombrero como el de Carlos Manzo. Tal y como lo hicieron de manera que casi ni se veía oportunista Alitititito Moreno (pobrecito, luego hasta lo regañó Alazraki por andarse haciendo la vístima), Vicente Vox (que parecía una versión aburrida de Agallón Mafafas, el zorro del Desierto de los leones) y el representante de La Loka Academia de juniors tóxicos que no quiere pagar impuestos.
Un cuadro muy bonito porque abandonan su natural estado de aves de rapiña y carroñeros para encarnar un espléndido derroche de madurez política.
Generosísima doña Kinky Téllez, pues en su alocución tan morigerada, sensata y justa en su sobreactuación, también le rindió un merecido homenaje al Bronx priista de San Lázaro que convertía el graderío del Congreso de la Unión en un turbulento, amenazante y altisonante bullicio barriobajero.
¡Aplausos!