Será que somos de distintas sociedades, pero no encuentro suficientes elementos cognitivos como para dar con las diez diferencias entre Chumel Torres y la dotora Denise Dresser que, a pesar de sus diferencias educativas y de peinado llegan más o menos a las mismas conclusiones, conceptos que se acercan a la lógica de Michel Franco cuando convierte la eterna lucha de clases en Otra loca película de zombis proletarios. De hecho, no hay certeza jurídica para saber quién imita a quién, puede ser que ambos le rinden un muy sentido y merecido homenaje a #LadyGuácala que está un poco malita de su clasismo frenáaaptero... o los tres son uno mismo ¡¡¡Oh whoa oh oh!!!
Ahí sí cabe reconocer que en su papel de mirrey entre mirreyes de los influencers con capacidades distintas, podría uno localizar en Chumel ciertos elementos diferenciadores ahora que salió del closet y manifestó, en representación de esta chavorruquiza derechosa millenial, su desaprobación por la votación en masa que le arranca a Chile la obligación de mantener las políticas humanitarias del dictador favorito de los Chicago Boys y del capitalismo en éxtasis, Augusto Pinochet. Se puede entender que existan pinochetistas fachos con conocimiento de causa que se creen Michael Douglas en la película Wall Street (“La codicia es buena”), aunque sean apenas los chicos de los mandados del capitalismo salvaje. Lo que te devuelve la fe en la humanidad es esta generación chumelesca que idealiza al viejo dictador quizá por su adicción a las matazones, su dogmatismo represivo, sustentado sobre la ignorancia histérica opositora donde todo es un compló comunista-soviético-venezolano-cubanizante.
Están como aquellos que en la Serie Mundial se reprimen para no apoyar a Los Dodgers en memoria de la Fernandomanía o del compatriota Urías ese pitcher fundamental, solo porque AMLO está con los angelinos.
Algo que se hace con el mismo tonito tiquismiquis con el que Lilly Leddy Téllez dice que ella paga sus pruebas Covid (¿pues qué se hace una cada ocho días o qué?) o con el que Chayito Robles insiste que no va a cantar porque no se sabe la tonada de las estafas maestras, siendo que era lo más sonado de su repertorio.
A lo mejor es eso, teme la fanaticada pinochetista, ultraconservadora y clasista sin clase, que un día los obliguen a cantar que en el Marx la vida es más sabrosa.
Muchos pisarán las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentado.
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