La vida es bella

Ciudad de México /

Todo mal. No puede ser que un acto tan patriótico como el de Ricardo Anaya que quiere que la presente administración se pliegue de manera total a los muy humanistas y nada intervencionistas principios del gobierno trumpista, hayan sido confundidos con un ejercicio colaboracionista. Él lo único que quiere es que México sea un satélite gringo y nada más, para que la presidenta Claudia Sheinbaum solo se preocupe por concederle al Tío Sam todo lo que disponga. Cero programas sociales y nada de defender el patrimonio y que viva la Doctrina Monroe.

La izquierda maldita solo busca desprestigiar las bondades neoliberales en su afán por explotar como debe de ser a los pobres del mundo que deberían de ponerse las cadenas de esclavitud tradicional. Ahí está el caso del Elon Musk cuyo inocente gesto de hacer una cuatemiña ha sido interpretado como una hitlerseñal. El propio multimilloneta que, si bien ha mostrado su apoyo a los movimientos de la ultraderecha del mundo, recurrió a imágenes que casi ni se ven sacadas de contexto de personajes como Hillary Clinton y Michelle Obama haciendo el mismo gesto, para demostrar que lo suyo no tiene nada que ver con exaltar al Tercer Reich. Claro, su posición en contra de la comunidad LGBTQ+, echarle la culpa de todos los males a la izquierda, son harina de otro costal. Y si lo defiende Milei de manera tan abigarrada y bizarra, ¿qué puede estar mal?

Bueno, mi Elon aguantó sin chistar que Trump le arrancara los subsidios a los autos eléctricos y los chairos, en vez de aplaudir, han querido devaluar la idea solo porque va a recibir multimillonarios presupuestos para ir a Marte. Ya se sabe, ese planeta es más importante de conquistar, que resolver problemitas como los de la pobreza, el cambio climático, la crisis energética y demás.

La idea es tan empática con la humanidad, que el gran Donald sacó a su país de la OMS (a quién le importa la salud, que lleguen mil pandemias más y que cada quién se rasque con sus propias uñas), de los pactos climáticos (sin duda el cambio climático no existe, son los papás), por eso nuestros ecologistas de la talla de Derbez y el gritante de Café Tacuba no han ido a protestar a la embajada estadunidense. Es tan encantador el proceso libertario de Trump que, mientras firmaba el decreto para la persecución de los migrantes, dejaba en libertad a la buena gente que fue a tomar el Capitolio y a uno de los más connotados proxenetas de la Deep Web que tenía dos condenas por 40 años.

La vida es bella.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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